Hay formas constructivas de alejar el enojo, por ejemplo hacer ejercicio o trabajos pesados en casa.
Afrontar el sentimiento de dolor tratando de ocultarlo no funciona. Lo más conveniente cuando se está enojado es dejar salir la sensación de agobio de forma sana.
Uno de los dones con que fue dotado el ser humano es la capacidad de disfrazar los sentimientos de dolor cuando algo malo nos aqueja. Éste en verdad es un buen mecanismo cuando intentamos ser discretos.
Desafortunadamente, algunas personas piensan erróneamente que ellas pueden desechar su dolor para siempre, lo cual no es lo más saludable.
Si no se lidia adecuadamente con las penas, éstas saldrán en algún momento, y cuando esto ocurra, no siempre será de la manera más placentera.
El dolor puede manifestarse de muchas formas, desde ridiculizar a alguien, como cuando el jefe llega de malas y regaña fuertemente a un empleado por llegar cinco minutos tarde, hasta actos más trágicos.
La gente puede lastimar física y emocionalmente cuando está dolida. Si se ha sentido herido por alguien a quien ama, y más tarde tiende a lastimar a su vez en venganza, quiere decir que usted es un digno ejemplar de la raza humana.
Si nosotros tuviéramos la capacidad de saber cuándo estamos encerrados en un estado severo de dolor, y después nos tomáramos el tiempo suficiente para lidiar con ese sentir, las tasas de divorcio irían a la baja de manera drástica.
Sería bueno pensar seriamente que: es la misma energía la que gastamos si se trata de sacar poco a poco la rabia en ciertas actividades que si se descarga de una sola vez con algún inocente que se nos cruza en el camino.
Por fortuna, la mayoría de los seres humanos no hace daños irreparables, pero sí se hiere a personas queridas. La pareja y los compañeros de trabajo son los que más padecen con nuestro mal humor.
Lo conveniente en estos casos es hacer una revisión interna y pensar si la forma en la que estamos actuando tiene algo que ver con el dolor que estamos reteniendo.
Si encuentra que al estar enojado, su tendencia es desquitarse con alguien o con algo, es una buena señal porque ya lo ha reconocido.
Hay formas constructivas de alejar el dolor. Hacer ejercicio o trabajos pesados en casa, puede ayudar, pero cuando en verdad va a salir ese enfado es cuando se habla con la gente, y se puede expresar verbalmente esa pena e incluso llorar.
No importa si se es hombre o mujer, si es joven o viejo, o qué tan emocionalmente fuerte se cree que deba ser. Si algo está lastimando y no se le da un “nombre” a eso, dicho dolor tomará algún “nombre” y el resultado podría ser algo que no le agrade a quien lo siente.
Nadie puede evitar la rabia todo el tiempo. Si usted piensa que eso nunca le ha pasado, piénselo dos veces. Tratar de ocultar las penas no es algo que a la larga se controle, no importa cuánto se intente, no funcionará.
La única opción que existe es afrontarlo, aceptar que es algo que nos está pasando, y permitirse sentir y expresar ese enojo que desea salir de nosotros. Sólo así se podrá cambiar a un estado emocional en el que nos sintamos más tranquilos.