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Derecho a la vida

Diálogo

Yamil Darwich

El 26 de abril del año pasado, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal expidió un decreto modificando el Código Penal, dejando abierta la decisión, a criterio de la embarazada, de abortar o no.

A la fecha, la inconformidad de la mayoría de los mexicanos se ha manifestado de diferentes maneras, encabezados por la Iglesia Católica, secundada por los sectores conservadores mexicanos.

El Gobierno Federal, interpretando el rechazo general y a través del procurador general de la República, Eduardo Medina-Mora, ha pedido a la Suprema Corte de Justicia, “evite el acto de inconstitucionalidad”, defendiendo el derecho a la vida.

José Luis Soberanes, presidente de la Comisión de Derechos Humanos, declaró: “El embrión está constitucionalmente protegido al ser el núcleo esencial de la vida humana del concebido”. Agregó: “El hecho de que un hijo se encuentre dentro de su vientre —de la embarazada— no le otorga el derecho a disponer de él, pues no se trata de su cuerpo, sino de un ser humano genéticamente distinto a ella, la existencia de un DNA diferenciado lleva a concluir que se trata de dos seres distintos, sin que uno pueda legítimamente disponer de otro”.

Los argumentos del decreto fueron sustentados en análisis parciales e interpretación insuficientes de los fundamentos filosóficos y científicos; es la lucha de la cultura de la vida contra la de la muerte.

Le invito a que revisemos algunos fundamentos elementales de bioética para formarnos criterio propio:

La vida inicia con la unión de un óvulo y un espermatozoide, formándose la primera célula del nuevo ser, evento denominado fecundación. Es la definición aceptada por la mayoría de expertos; sin embargo, algunos insisten en dar un plazo de ocho a diez días, cuando las células primordiales empiezan a diferenciarse; otros, insisten que es hasta el día catorce, cuando el embrión se anida en el útero; y algunos más, van hasta la semana diez, tiempo en que empieza a aparecer el sistema nervioso central.

Las diferencias de criterio tienen relación con la definición de términos como: vida humana, individuo y persona. Para algunos, el embrión es simplemente vida sin tener derechos por no ser persona; otros, opinan que son individuos únicamente los nacidos; y persona, la entidad biológica que tiene funciones y propiedades. Estos últimos rebasan la discusión, puesto que incluyen, por lógica deducción, a infantes, retrasados mentales y enfermos terminales.

Se cometió grave error al hacer un análisis incompleto; debieron estudiarlo a fondo, apoyados por expertos; desde todos los puntos de vista posibles, considerando los ontológicos –del ser y su trascendencia– filosóficos, biológicos, éticos, legales y hasta culturales, incluyendo los religiosos.

Desde el ontológico, viéndolo como el derecho del embrión a existir, quien por sí mismo reúne las particularidades del ser; de persona, al tener funciones propias, con carga genética que le identifica y distingue entre todo el reino animal.

Otro enfoque del problema es el filosófico: la defensa a la vida humana, verdad indiscutible; “ser”, en sí, establece derechos y, curiosamente, tendrán responsabilidades hasta nacer y crecer. Al respecto, una de las investigadoras del tema, la italiana Laura Palazzani, dice: “ser persona pertenece al orden ontológico: la posesión de un estatuto sustancial persona no se puede adquirir ni disminuir gradualmente, sino que es una condición radical”.

Desde la visión ética, la vida del embrión tiene que ver con el derecho individual del ser en formación, que de no impedírselo, llegará a nacer; se sostiene en las argumentaciones de defensa a la libertad y la vida, como principio indiscutible de la democracia. Lino Ciccone, especialista en bioética dice: “el embrión sólo tiene derechos, no deberes. Son los demás los que tienen deberes hacia el embrión, empezando por el respeto de sus derechos”; yo me atrevo a recordar el primero entre todos: a vivir.

El punto de vista jurídico ya ha sido enunciado por autoridades de México y el representante de los Derechos Humanos. Está fundamentado, simple y contundentemente en nuestras leyes y el sentido común.

No tengo la menor duda: debemos ir más allá y hasta en contrario a los que apoyan el aborto indiscriminado; pienso, es necesario extender al embrión humano –quien lucha afanosamente para llegar a ser bebé– las protecciones ya dadas y aceptadas para los niños, enfermos terminales y disminuidos física y/o mentalmente.

Temo que al lograr su objetivo, los promotores de la muerte, tendrán antecedentes que fundamenten sus propuestas de eutanasia disfrazada, agrediendo, una vez más, a la vida.

Que grave negligencia de quienes ostentan el poder y lo ejercen sin considerar el efecto de sus decisiones a largo plazo. Ojalá que a nosotros, en la Comarca Lagunera, nos tomen en cuenta para ésa y otras propuestas que afrentan los derechos humanos individuales. Le pido estemos atentos, para no ser sorprendidos sin tener un criterio formado.

ydarwich@ual.mx

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