Historias de vida se entrelazan en los pasillos del Palacio de Gobierno. Los ciudadanos recurren a las autoridades para solicitar ayuda o solución para sus problemas pero no siempre es fácil entrevistarse con los responsables de la Administración.
Paula Margarita González González y Alicia Morán Mora coincidieron en el Palacio de Zambrano. No se conocían pero tenían en común las lágrimas que expresaban sus propias congojas.
La primera de ellas, acompañada si acaso de unas diez mujeres. La otra, al lado de su marido Fabián Salazar Olivas y al menos 20 personas más, los vecinos que se solidarizaban con su caso.
PIDE QUE LE REGRESEN A SUS HIJOS
Paula Margarita vive en la colonia El Alacrán y relata que desde hace un mes personal del DIF Estatal le quitó a tres hijos: Manuel Alejandro de siete años, Reina Paulina de dos años dos meses y Roberto Jesús de un año de edad.
Cuenta que le acusan de consumir drogas pero quedó demostrado que no es así ya que le hicieron el correspondiente examen antidoping. “No me los quieren regresar porque soy pobre. Los trabajadores del DIF me arrastraron, aún estando embarazada, mientras les pedía que no se llevaran a mis hijos”, puntualiza.
Niega que los pequeños hayan sido víctimas de maltrato físico o bien que los explotara pidiendo dinero en las calles. “Mis hijos están fornidos, no tienen hambre, cuando me los quitaron estaban bien bañados y cambiados”, charla.
NO QUIERE PERDER SU CASA
A unos cuantos metros de Paula Margarita y en espera de la intercesión del Gobierno Estatal, Alicia Morán planteaba que está en peligro de perder su casa, ubicada en Paseo de los Truenos, lote nueve, manzana 66, de la colonia Valle Verde.
Y es que hace más de una década que ella compró el terreno –en ese tiempo le costó tres mil pesos-, en donde ha construido su casa. Pero desde hace seis años que está en una lucha legal por no perder su patrimonio.
Un ejidatario de La Ferrería reclama la propiedad y quiere que se le paguen 90 mil pesos por el terreno o en su caso quedarse con éste pero con todo y casa. Otra opción es que se derrumbe el edificio.
En este caso los vecinos que respaldan a la pareja ya han impedido que se lleve a cabo el desalojo, incluso con algunos empujones de por medio y aseguran que no cederán.
