La gravedad de la crisis de los créditos hipotecarios subprime en Estados Unidos (EU) y su impacto negativo en otros países, particularmente europeos, obligaron a los bancos centrales respectivos a instrumentar programas de emergencia desde la segunda parte de 2007, destinados a acotar los daños sobre sus sistemas financieros.
Estos programas consistieron inicialmente en inyecciones de liquidez para el funcionamiento normal de esos sistemas, aunque la expectativa de un deterioro más acentuado provocó caídas importantes en los mercados bursátiles.
En paralelo, la Reserva Federal (Fed) de EU comenzó a reducir las tasas de interés para reforzar la defensa de su sistema financiero, pero ello no impidió que muchas instituciones, especialmente bancos de inversión que habían adquirido títulos de deuda con garantía colateral respaldada con hipotecas subprime, tuvieran que asumir pérdidas significativas por la crisis en este sector.
En ese contexto destaca el hecho de que los mercados bursátiles, una vez pasado el susto, hayan mostrado una recuperación importante respecto a los mínimos registrados en el presente año, lo que pudiera interpretarse como que ya se superó lo peor de la crisis hipotecaria estadounidense y que ahora ha comenzado la recuperación gradual de esa economía.
Esta es la impresión que uno se lleva con las cifras revisadas sobre la evolución del Producto Interno Bruto (PIB) real, que indican que la economía de EU creció 0.9 por ciento en el primer trimestre de 2008 respecto al cuarto trimestre de 2007, según datos ajustados por estacionalidad, frente al 0.6 por ciento publicado inicialmente.
Esta última cifra correspondió también al dato del cuarto trimestre del año pasado, por lo que la evolución actual de la economía estadounidense, si bien continúa siendo débil, muestra una cierta recuperación en los primeros meses de 2008.
En el resto del mundo, la situación es similar. Los presagios más negativos sobre una posible recesión global no se han materializado. El crecimiento económico esperado para el presente año en Europa se ubica alrededor del 1.7 por ciento y el de Japón se mantiene en 1.3 por ciento.
El resto de Asia no pierde el paso, mientras que América Latina registra un avance moderado, incluyendo a nuestro país, que pareciera haberse inmunizado respecto a lo que sucede al norte de la frontera.
No obstante todo lo anterior, me parece que es muy temprano para concluir que lo peor ya pasó. El desempeño económico durante los primeros meses de 2008 no es garantía alguna de ello. La realidad es que sigue pendiente el desenlace de los problemas inmobiliarios y de crédito en EU, que conoceremos mejor hacia el final de este año.
Por ejemplo, los precios de las viviendas registraron en EU una caída de 14.1 por ciento en el primer trimestre de este año respecto a igual período del 2007, según el índice nacional S&P/Case-Shiller. Esta caída es, incluso, más fuerte que la contracción de 10.5 por ciento ocurrida en 1932, durante la Gran Depresión.
El gran peligro es que este deterioro continúe por varios meses más, de manera que la crisis hipotecaria llegase a tener repercusiones sobre otros mercados de crédito como el automotriz y el de tarjetas de crédito. Esto, a la larga, afectaría considerablemente el comportamiento del consumidor estadounidense y, por consiguiente, el desempeño de su economía.
Las dificultades hipotecarias de EU no son, además, el único problema que enfrenta la economía global en la actualidad. Al respecto, John Lipsky, Primer Subdirector-Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), advirtió el pasado 20 de mayo que otras dos fuerzas negativas, la turbulencia en los mercados financieros y el alza brusca en los precios de los energéticos y otras materias primas (commodities), se han agregado a las complicaciones inmobiliarias estadounidenses para colocar a la economía global por debajo de su tendencia de crecimiento sólido e inflación baja que había prevalecido desde 2003.
Lipsky comentó que: “… estamos observando algunas señales de normalización en los mercados de crédito, [pero] vemos todavía riesgos serios para la estabilidad financiera. Los encargados de diseñar las políticas necesitan evitar la complacencia y tomar medidas para restaurar la confianza, al mismo tiempo que se preparan para enfrentar presiones adicionales.”
En dicho contexto, las presiones inflacionarias en energéticos y otras materias primas ya redujeron el margen de maniobra de los distintos bancos centrales. Muchos han subido las tasas de interés este mes de junio, mientras que otros, como el Banco Central Europeo, advirtieron recientemente sobre la inminencia de un alza de tasas. La Fed, por su parte, envió el mensaje que había terminado el descenso de las tasas de interés en su país.
Las buenas noticias en el sector externo de EU tampoco son suficientes para cantar victoria todavía. Su déficit en cuenta corriente se ha reducido recientemente al demandar menos importaciones como consecuencia de la debilidad de su economía, así como por la depreciación del dólar, que ha contribuido también a estimular las exportaciones.
No obstante, este comportamiento está generando nuevos trastornos, especialmente en lo que se refiere al fortalecimiento del euro. En este sentido, tampoco se puede afirmar que se están corrigiendo en forma definitiva los desequilibrios de la economía global.
En síntesis, el buen arranque del año no implica que ya se superaron las dificultades en la economía de EU. Son muchos y variados los problemas cuyo desenlace está pendiente, por lo que tenemos que esperar un tiempo más, quizás hasta el otoño, antes de concluir que la economía global mostrará en los próximos meses una tendencia clara hacia la recuperación.