En el libro de nuestra vida, el Día de la Madre es el más significativo, en ella encarnan todas las bondades: amor, ternura, indulgencia, felicidad, protección, cariño, entrega, fe, perdón, perseverancia, tenacidad.
Una madre tiene la ciencia de la vida y concentra la armonía del universo en su vientre.
Está llena de todas las bendiciones del mundo.
Te cuida sin anularte; te abraza sin asfixiarte; te anima sin empujarte.
Su nombre son las primeras letras que balbuceamos.
Ante ella dormimos plácidamente, embriagados por su amor, seguridad y paz.
En ella se concentran todas las virtudes de Dios por la generosidad de su amor y la sabiduría de los ancianos a pesar de su juventud.
Ella descifra los intrincados caminos de la vida con los aciertos del que más sabe.
Es una mujer que cuando posa sus labios en nuestra frente los llena de luz disipando los nubarrones de nuestro cielo.
La sabiduría de una madre nos conduce a hacer todo el bien que se pueda, en todas las formas que se pueda, en todos los lugares que se pueda, a todas las personas que se pueda… todo el tiempo que se pueda.
Una madre nos enseña:
-Que la eternidad está hecha de minutos, que si éstos están bien vividos nuestra vida será mejor, que debemos vivir la vida con la intensidad del sol y la paciencia de la tierra.
-A no esperar las oportunidades, sino salir a buscarlas; a no dormir para descansar, sino dormir para soñar.
-Que somos tan viejos como nuestros temores y tan jóvenes como nuestras virtudes, tan viejos como el aburrimiento, tan jóvenes como nuestra esperanza.
-A sentirnos menos solos en nuestra soledad y más felices en nuestra felicidad, nos ayuda a olvidar lo que debe ser olvidado, recordar, sin olvidos, todo lo que debemos recordar y cantarle a la vida diariamente.
-A construir un corazón generoso que acepte la ingratitud sin amargura y el olvido sin lamentaciones, un corazón del tamaño de nuestros sueños que sepa que en la sonrisa se encuentra la luz de la vida.
En la cocina de nuestras madres se nos enseña a preparar, con su receta favorita, en el hoy el mejor día de nuestra vida, pongamos:
Doce partes de amor, once de esperanza, diez de paciencia, nueve de trabajo, ocho de perdón, siete de alegría, seis de entusiasmo, cinco de perseverancia, cuatro de bondad, tres de oraciones, dos de descanso y una para nuestra realización.
Agreguemos una cucharada sopera de ingenio, una pizca de buen sentido del humor, unas rebanadas de sentido común, una taza rasa de sana diversión y mezclémoslo con buena fe. Hornéese a fuego lento en el amor, adórnese con bellas sonrisas, sírvase con tranquilidad y verá usted que tendrá el día más maravilloso de su vida.
Una madre ama sin medidas, es amor que nunca engaña y siempre perdona, perdona sin condiciones, comparte con generosidad, es el tesoro más grande de la vida…un regalo de Dios.
A todas las madres del mundo, a las presentes y a las ausentes, que Dios las colme de bendiciones.
¡FELIZ DÍA DE LAS MADRES!
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