Hoy puede ser una fecha histórica. Y es que, según todos los indicios (mejor dicho, la mayoría de los indicios), hoy puede ser electo Barack Obama como presidente de los Estados Unidos. Se convertiría así en el primer hombre de raza negra (o bueno, mixta) en llegar a la Casa Blanca.
De ocurrir ello sería sin duda un evento notable, por varias razones… no todas ellas las esperadas, pero en fin.
Por un lado, hay que hacer notar que hace un año eran pocos quienes habían oído hablar siquiera de él. Como senador primerizo de Illinois, Obama no había destacado en ningún escenario a nivel nacional, ya no digamos internacional. Pero con tenacidad, valentía y un carisma que le brota de los poros, logró imponerse en las primarias a una figura formidable, y que parecía destinada a ser la princesa heredera del trono: Hillary Rodham Clinton. Sin duda su mensaje de cambio y renovación sentó mucho mejor que el que planteó una mujer ya muy vista y que suele polarizar las opiniones de tirios y troyanos: a Hillary se le admira o se le detesta. No hay medias tintas.
Por otro lado, el hecho de que un afroamericano haya sido postulado por un partido importante y tenga reales posibilidades de ganar no creíamos que lo veríamos en nuestra vida. O quizá al final, total. Pero que ello se diera en la primera década del Siglo XXI, hace apenas quince años nos parecía un sueño guajiro.
Por supuesto, de ocurrir el triunfo de Obama, las perspectivas de la minoría negra van a cambiar notablemente: los raperos ya no podrán hacerse millonarios con sus canciones que explican su pobreza y marginación por el racismo. Disminuirán los adolescentes de color que desertan de la escuela dizque porque no hay oportunidades para su raza. Y quizá se oxigenen las relaciones interraciales, que suelen ponerse tirantes por cualquier cosa, como lo demostrara el juicio de O. J. Simpson.
Asimismo cambiará la imagen de Estados Unidos en el mundo. Claro, después del desastre que han sido los ocho años de W. Bush, cualquier otro tendría mejor cartel, incluso McCain. Pero aquí la cuestión es que ahora sí la Unión Americana podrá presumir de ser una democracia integral, en la cual las minorías también pueden escalar al puesto más alto. Los ataques contra unos Estados Unidos racistas y despectivos de los morenos no tendrán mucha razón de ser. Y se le quitará a Al Qaeda y grupos similares una de sus principales armas propagandísticas: que el Gobierno norteamericano está en manos de atizadores de odios de todo tipo.
Claro, primero tiene que ganar Obama. Si ello ocurre, quizá estemos realmente siendo testigos de un suceso histórico. Y habremos sido bendecidos con vivir en tiempos interesantes. Ojalá que no sean demasiaaaado interesantes.
