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Dificultades con el ábaco

El comentario de hoy

Francisco Amparán

Si no mal recuerdo, una de las primeras cosas que le enseñan a uno en el kínder es a contar; y luego, a sumar. Y si la memoria no me falla, la inmensa mayoría de los niños se volvían bastante duchos en eso de saber que dos más dos son cuatro, cuatro y dos son seis. A menos que el SNTE de Elba Esther haya hecho todavía más daño del que pensamos, suponemos que los niños mexicanos siguen siendo capaces de tan complejas operaciones.

O quizá la cuestión es qué rayos pasa con algunos adultos, que no parecen dar pie con bola en esas cuestiones de las sumas.

A un mes de la elección para escoger nuevo liderazgo en el PRD, seguimos sin saber qué pasó, quién ganó. El problema, en teoría, no es de cómputo, sino de saber qué computar, qué casillas tomar en cuenta, cuáles no. Pero la impresión que le queda a una mayoría es que ese partido es incapaz de organizar el más elemental proceso que implique sumar votos.

La decisión salomónica a la que se llegó fue nombrar dos “encargados de despacho” que se van a hacer locos un par de semanas, a ver si en ese lapso los principales contrincantes se pueden poner de acuerdo. Las opciones son limitadas: si se le da el gane a Alejandro Encinas, existe la posibilidad real de que el PRD se parta en dos, sin posibilidad de conciliación. Si se opta por un presidente interino, habrá que ver qué margen de maniobra puede tener en vista de las circunstancias de su elección. Y mejor ya no hablamos de lo que puede ocurrir con las demandas presentadas por Jesús Ortega ante las autoridades electorales federales. Total, un galimatías de muy difícil resolución. También, quién le manda a la izquierda andarle sirviendo de refugio a expriistas mañosos. Luego no se anden quejando…

Más o menos por las mismas andan en Zimbabwe, paupérrimo país de África Central: luego de semanas de realizadas las elecciones generales, nadie tiene cifras de los resultados de los comicios presidenciales. La Oposición se ha desgañitado exigiendo ver los números, pero de poco ha servido. Por supuesto, la suposición es que Robert Mugabe, quien tiene 28 años como presidente, perdió el poder en las urnas, pero se niega a soltarlo. Si no, ¿cómo explicar que no se tenga ningún tipo de datos después de tanto tiempo?

Ante semejante dilación, los ánimos se han venido caldeando, y la posibilidad de brotes generalizados de violencia es cada vez más real. Tanto así, que dos países vecinos de Zimbabwe tomaron una singular decisión: impedir que en sus puertos atracara un barco chino que llevaba armas para las fuerzas de seguridad de Zimbabwe. Actuando bajo la suposición de que podrían ser usadas contra el pueblo, Sudáfrica y Mozambique pusieron al barco chino de patitas en la calle; bueno, en el mar. No querían ser cómplices de lo que Mugabe puede llegar a ordenar.

Así pues, eso de contar votos, al parecer, puede resultar más complicado y tardado que contar estrellas… y en el caso de partidos corruptos y regímenes autoritarios, igual de inútil.

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