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Discurso incendiario

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Luis F. Salazar Woolfolk

Frente a los grandes esfuerzos que hace el Gobierno Federal y las diversas fuerzas políticas del país, por llegar a acuerdos parlamentarios que saquen a México de la parálisis, el extremismo es uno de los más grandes obstáculos.

Uno de los temas en debate es el relativo a la reforma energética, entre cuyos capítulos principales se encuentra el de la apertura a la inversión privada aplicada a la extracción de petróleo del subsuelo y su procesamiento industrial para convertirlo en combustible y otros bienes de consumo.

Efectivamente el petróleo que se encuentra en territorio nacional es patrimonio de todos los mexicanos, pero para su aprovechamiento es necesario extraerlo y procesarlo y para ello, se requiere grandes inversiones de capital y tecnología de punta con las que no contamos.

Los elementos mencionados se encuentran disponibles en el mercado mundial, pero para obtenerlos es necesario celebrar acuerdos políticos y comerciales que garanticen la recuperación de las inversiones y la participación de las utilidades que se esperan de operaciones de esta naturaleza.

La extracción de petróleo plantea retos tecnológicos que son cada vez más complejos y que exigen inversiones mayores, que en ocasiones implica la construcción de obras de infraestructura cuya ejecución puede tardar hasta diez años, como ocurre con las perforaciones en el zoclo submarino.

Es sabido que el retraso de México en la carrera competitiva que implica la explotación de su petróleo en el Golfo de México, trae como consecuencia el abandono de mantos que se encuentran en parte en el subsuelo marino que corresponde a nuestro país y en parte en el que corresponde al de los Estados Unidos, en virtud de la vecindad de las aguas territoriales de ambos países.

Lo anterior ha generado el llamado “efecto popote”, que consiste en la extracción de petróleo a partir de un pozo ubicado dentro de los límites territoriales de un estado, respecto de un manto asequible desde un punto del territorio del Estado vecino y de esta suerte, el contenido del manto queda a disposición de ambos estados, de acuerdo a la capacidad de explotación de cada cual.

Por ello es justo calificar de radical el discurso pronunciado por Andrés Manuel López Obrador el domingo pasado, en un mitin celebrado en la Ciudad de México frente a la Torre de Pemex bajo la bandera de la “defensa del petróleo”.

En una encendida arenga el ex candidato presidencial hace el juego a los intereses extranjeros que explotan sin competencia y a sus anchas el petróleo del Golfo de México, al insistir en que Pemex permanezca cerrado a la inversión privada, mientras los mexicanos nos desgastamos en luchas estériles y las grandes compañías petroleras internacionales se llevan lo que podría ser nuestro petróleo, en virtud del mencionado “efecto popote”. A ese respecto conviene recordar el postulado de geometría política que indica que “los extremos se tocan”, que en la especie revela que en este caso la extrema izquierda trabaja para el gran capital.

En el mitin referido al que se dieron cita perredistas de todas las corrientes, una turba identificada con René Bejarano (el señor de los videos, el dinero y las ligas), arremetió en contra de Javier González Garza y Carlos Navarrete, coordinadores de las bancadas del PRD en la Cámara de Diputados y en el Senado respectivamente, que sin ser propiamente moderados, al menos han conservado las formas dentro del Congreso y no han tocado los extremos radicales de AMLO y sus seguidores, que están empeñados en convertir al país en un infierno.

Los legisladores perredistas fueron virtualmente linchados mediante insultos y acusaciones de traición junto a la presidenta del Congreso la también perredista Ruth Zabaleta, confirmando el adagio popular según el cual, “de que la perra es brava, hasta a los de la casa muerde”.

AMLO cerró su discurso bolchevique amenazando con bloquear carreteras y aeropuertos, así como con tomar por asalto instalaciones estratégicas de Pemex, lo que entraña una convocatoria explícita a la violencia, que confirma que el ex candidato presidencial y la corriente política que representa son un peligro para México.

Correo electrónico: lfsalazarw@prodigy.net.mx

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