Como una Piedra Rodante: Bob Dylan en Zacatecas.
El pasado martes 25 de marzo Bob Dylan se presentó en la Plaza de Armas de Zacatecas en un concierto gratuito. A ver… ¿Qué esta pasando aquí? ¡¿Bob Dylan?!
¿Cómo que el mismísimo Robert Allen Zimmerman se presentó en Zacatecas? Pues así ocurrió, siendo testigo unas seis mil personas de como es que fue que uno de los más grandes pilares de la cultura del siglo XX, tal vez su más grande poeta, ofreció un concierto gratuito en una ciudad de provincia en un país como México, y ¿saben qué? fue lo mejor para el maestro, para Zacatecas, y para los seres humanos que estábamos ahí reunidos.
Se sabe que Dylan no se presenta en los conciertos ante su audiencia, que no los mira y en ocasiones (ya no tanto como en los ochenta) les sueles a veces dar la espalda, así como tocar y cantar desganado y sin ton ni son.
El Dylan del martes pasado sale al escenario sin saludar, como siempre, a nadie, a estar en su papel, simplemente tocar y ya, aunque, tal vez, sin que se diera cuenta, empezaba a sentir una fibra diferente, no la de un anfiteatro o una arena, sino la de encontrase tocando en uno de los puntos más mágicos del planeta, al aire libre, rodeado de catedrales coloniales y sin que nadie del publico hubiera pagado un centavo, como en los viejos tiempos.
Las canciones pasaban y la banda tocaba mejor, Bob Dylan interpretaba mejor, volteando, como no queriendo, a ver a la gente, como ya no lo hacía en años, y sonreía, tal vez porque era el concierto en el que había estado mas feliz en mucho tiempo.
Highway 61 Revisited emocionó a todos hasta lo más profundo del espíritu. Watching the River Flow, poderosa y filosófica como pocas. Just Like a Woman bastante animada y Like a Rolling Stone, donde la guitarra sustituyó a la armónica, nos recordó porque esta pieza, que habla de la escencia misma de la vida, es para más de uno la mejor canción de todos los tiempos.
La audiencia era dispersa, como la de un festival, con gente proveniente de diversas ciudades de la República, del Continente y del Planeta, felices, con el gozo de escuchar al maestro presentando el mismo a la banda, de ofrecer un encore de ensueño y de pararse, prácticamente al final del concierto, frente a la audiencia levantando los brazos en gesto de agradecimiento.
Al terminar el concierto de poco mas de dos horas sabía que mi espíritu había recibido uno de los más grandes banquetes de mi vida, y la fibra manifestaba que yo no fui el único. Como reflexión personal uno a veces deja de creer en México ante la falta de voluntad política y la ignorancia que forman el común denominador de las autoridades que no tiene cultura de la cultura. Con el hecho de lograr presentar a Dylan en Zacatecas vuelvo a creer en un México que con voluntad puede realmente crecer.
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