Obras Maestras de Rock and Roll (y de la vida)
Siempre he pensado que de ser fotógrafo de bandas profesionales de rock, buscaría que en primer plano resaltara el bajista o el baterista, en ciertas ocasiones hasta el segundo miembro más reconocido de la banda pero no el vocalista. Digo, si en todas las fotografías de promoción él va a ser el estelar, yo por tratar de verme “cool” procuraría no hacerlo de la forma tradicional.
Lo mismo ocurre al momento de hablar de discos; así podemos hablar sobre el The Bends, de Radiohead, y no del O.K. Computer; del Master of Puppets y no del álbum Negro; del álbum Revolver y no…. Bueno, creo que ya entendieron mi punto.
Las grandes bandas son grandes bandas por tener no sólo uno, sino dos, tres o hasta cuatros discos espectaculares, redondos tanto en su ritmo como por la selección de sus canciones y más que nada, por el espíritu de éstas. Pero ¿qué es lo que hace que el Violator sea el álbum más reconocido del monstruoso Depeche Mode? ¿Por qué con U2 en lo primero que se piensa es en el The Joshua Tree? ¿Qué tiene que pedirle Wish You Were Here a The Dark Side of the Moon?
Antier sábado, al prepararme la comida escuchaba Led Zeppelin IV, sí, ese disco cuyo nombre en realidad son cuatro runas que representan a cada uno de los miembros de la banda inglesa y en cuya portada vemos un viejito cargando leña.
Al empezar a escucharlo ahí estaba de inmediato Robert Plant diciendo: “Hey, hey, mama, said the way you move, Gonna make you sweat, gonna make you groove” (así se canta a las mujeres), y de inmediato se da paso a ese riff glorioso de Jimmy Page, en la canción Black Dog.
Este disco contiene otros clásicos como Rock and Roll o Misty Mountain, pero sobre todo contiene un himno, es decir, una canción como sólo existen unas cuantas y que sirve no para unir generaciones, sino seres humanos logrando tocar lo más profundo de la psique de cada escucha. El himno tiene por nombre, en este caso, Stairway to Heaven. Es tal vez los himnos lo que logra que los grandes discos sean capaces de cruzar la barrera del mainstream y se apoderen de su espacio en la historia de la cultura popular, aunado al momento, es decir el contexto cultural, social y político de cuando dio a luz el material fonográfico.
Cuando salió Nevermind era finales de 1991, la nueva juventud culturalmente despreciaba lo simplón de los 80, mientras transpiraba rabia, fuerza, desprecio, ironía y frustración. Nevermind fue la respuesta inconsciente de un joven Cobain. Back in Black es la respuesta agresiva de AC DC y de una juventud ante un futuro incierto al iniciar aquella década. American Idiot (el único álbum de esta década en entrar en esta categoría) es la respuesta inteligente de unos treintones de punk gringo ante la deplorable situación de la era Bush Jr.
Las obras maestras del Rock and Roll tienen la capacidad de impactar y dejar huella no en unos cuantos, sino a toda una generación de jóvenes que ven en el rock and roll la respuesta que sólo se halla en el arte. Por último, los discos históricos no serían tales sin su impacto visual, esa portada de figuras de seda alrededor de Los Beatles vestidos como miembros de una psicodélica banda; ese bebé nadando en una alberca con el pene erecto mientras observa un dólar enganchado en un anzuelo; el prisma en un fondo negro que descompone la luz en los siete colores del arcoiris ó Paul Simonon azotando en blanco y negro su bajo Fender en el Palladium de Nueva York.
El punto es que tal vez queramos ver al bajista de la banda que luzca más en las fotos, pero el vocalista es el vocalista, y por algo es del que siempre nos acordamos.
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