Rosario Marín es la primera mexicana en ser la tesorera de Estados Unidos. (El Universal)
Ella lloró, gritó, suplicó que no se la llevaran. Sin embargo, no pudo evitarlo y aquel día, en diciembre de 1972, tuvo que viajar a Estados Unidos con su mamá y sus hermanos, para alcanzar a su papá. Una emigración empujada por la pobreza, por la falta de oportunidades y de esperanza.
Y ella, Rosario Marín por su apellido de casada, Espíndola por su padre, no quería irse aunque aquí tuviera que quedarse con su terror, y el dolor, el terrible secreto que a nadie había compartido: a los cinco años edad fue víctima de abuso sexual. El hermano de su abuela fue el victimario.
Más tarde, allá. Más circunstancias difíciles. Su primer hijo nació con síndrome de Down. La segunda hija nació muerta. Tenía el síndrome de Turner. Una madre en un millón tiene, seguidos, esos partos. Y una entre millones de mexicanas, sólo ella, ha llegado a ser tesorera de Estados Unidos. “¿Cuántos millones de dólares? ¿Cuántos billetes aparecieron con tu firma?”, le pregunta el reportero.
—¡Muchos! No tengo idea. Mira, cada día se emitían billetes con un valor de 527 millones. Eso, diariamente, durante más de tres, casi cuatro años... si quieren hagan el cálculo.
Está en México para presentar su libro: “Una líder entre dos mundos”. En él habla de su vida.
—¿Qué te decidió a contar lo que sufriste cuando eras pequeña?
—Hay muchas niñas, niños, que han sufrido de abuso sexual. Y el mensaje, en el libro y con mi actividad, es que busquen ayuda, que se les ayude, que sepan que si alguien les fracturó el alma, no han perdido su integridad ni su pureza. Por eso lo escribí, y por eso también seguiré luchando.
Llegó a Estados Unidos sin saber inglés, en la escuela se burlaron de ella, la calificaron con un coeficiente intelectual bajísimo. Pasó el tiempo. Fue consejal y alcaldesa de su californiano condado. George W. Bush la conoció cuando él era candidato a la presidencia, la invitó a participar en su campaña y, más tarde, le propuso que fuera tesorera de la nación más poderosa del mundo.
“En la Casa Blanca, el presidente Bush me presentó con el presidente Fox. Le dijo en español quién era yo, y que soy mexicana, y Fox me respondió, me saludó... ¡en inglés! Era algo alucinante”.
Intentó ser senadora federal, no pudo: “Pero el no alcanzar el éxito no es signo de fracaso”, dice. Hoy es integrante del Gabinete de Arnold Schwarzenegger quien, dice ella, nunca quiso decir que había que “cerrar” la frontera entre los dos países, su intención era la de “asegurar”, dar seguridad.
—Si te regresaran el disco de tu vida, te dijera el Gran Arquitecto que la puedes cambiar en algo, ¿lo harías?
—No, no lo haría.
—¿Le haría bien a California una gobernadora inmigrante, nacida en México?
—Sí, le haría muy bien. Ahora, cuando ocurra, no lo sé.
Rosario Marín, más, mucho más que una firma en... muchos, muchísimos billetes, en millones de dólares.