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Disyuntivas

Hora Cero

Roberto Orozco Melo

¿De qué sirven las leyes sin la costumbre de obedecerlas?

Horacio

Fumar o no fumar constituye un dilema para un vasto porcentaje de mexicanos y aunque parezca fácil de resolver resulta sumamente difícil. Quienes negocian en los ramos de alimentos y bebidas alcohólicas también enfrentan una disyuntiva de tipo económico: construir o no construir un apartamento interior en sus negocios donde los tabaquistas empecinados puedan comer y/o beber a su gusto sin dañar ni molestar a las personas que comen en un claustro inoculado.

Fumar en cercanía de personas que no fuman puede conducir a que las dos clases de ciudadanos lleguen a padecer enfermedades graves e incurables. El humo exhalado por los fumadores activos e inhalado por los pasivos resulta dañino para ambos pues la mortalidad por esta causa va a ser lenta pero segura.

Tanto la Secretaría de Salud del Gobierno Federal como la de Coahuila promueven una intensa campaña para evitar los daños del tabaquismo. Se le combate con campañas publicitarias que advierten sobre los daños de este extendido y arraigado vicio mundial; y también se han aprobado leyes federales y estatales que imponen reglas de convivencia entre tabaquistas y abstinentes; la más importante es la absoluta prohibición de humear tabaco en sitios públicos concurridos como cines, teatros, parques deportivos, bares, restaurantes, etc.

Que antes no se hubieran decidido estas medidas de salud refleja la secular prevaricación de nuestras autoridades respecto a sus deberes, así como la ignorancia médica sobre los mortíferos efectos del tabaco en el organismo humano; también denuncia la suicida tozudez de quienes, a pesar de saber y comprobar los riesgos a que se exponen, y nos exponen, no se abstienen de fumar.

Muy cerca de nuestras vidas, pues en esto no hay excepciones, cada mexicano puede narrar la triste experiencia de familiares suyos victimados por el tabaquismo. En cada hogar se repite la narración de los extenuantes últimos meses de vida del padre, la madre, o los hermanos que no sobrevivieron a la asfixia provocada por el humo del tabaco. Nadie, sin embargo, aprende en cabeza ajena.

Ahora por fortuna, han sido promulgadas severas (¿...?) leyes que prohíben fumar en sitios cerrados, las cuales seguramente van a ser desobedecidas, tanto por los tabaquistas empecinados, como por los empresarios de restaurantes y bares, quienes sostienen que no podrán obedecer la orden jurídica de erigir claustros anexos, distintos y cerrados que separen a los fumadores de los no fumadores.

Se pretexta la incapacidad económica de quienes administran tales comederos, tabernas y similares más la premura del plazo para poner en vigencia la ley antitabaquismo, aunque las legislaciones federal y estatales hayan establecido una “vacatio legis” de seis meses para exigir el acatamiento de la nueva normatividad. Los propietarios afectados anuncian que será entonces cuando acudirán a la justicia federal en demanda de amparo.

Sin pretender absolver o condenar la procedencia o jurídica de este recurso, suponemos que igualmente los no fumadores clientes de los restaurantes o bares podrían solicitar la protección de la Corte federal para evitar que la desobediencia al decreto legislativo les provoque enfisemas pulmonares, cánceres de garganta, infartos y males cardiovasculares que pongan en riesgo sus vidas.

Entonces la Suprema Corte tendrá que analizar cuál queja debe proteger y obrar en consecuencia al expedir sus sentencias. Los valores mayores serán, en este caso, la salud y la vida humana y nada puede haber más importante sobre ellos. Quizá el Poder Ejecutivo Federal y los gobernadores estatales pudieran pensar en otorgar un apoyo administrativo, como se deduce de las declaraciones hechas ante los medios por la Canirac a título de subsidio para el acondicionamiento de negocios que evidencien falta de recursos económicos; mas esta medida es difícil de materializar dada la crisis que amenaza a nuestro país por la deflación norteamericana y la enorme cantidad de pequeños locales comerciales que atienden estos ramos.

La solución podría ser que obligaran a cumplir la ley tal como está; pero México es el país de las rectificaciones y esta ley parece destinada a ser incumplida y rectificada, como tantas otras legislaciones imposibles de acatar. “Fumar o no fumar; comer y después no fumar o ir al extremo de salir a la calle a echar humo sobre los peatones; separar a los fumadores de los no fumadores; violar la prohibición de fumar en presencia de bebés, niños y jóvenes; que los estanquillos limiten la venta de cigarros a los adultos; no fumar en los autobuses, trenes y aviones...etc., etc.”.

Con este fárrago de prohibiciones ¿cree usted, lector amable, que los secretarios de Salud del Gobierno Federal y del Gobierno del Estado van a perder un ápice de sueño para poner rigor en las leyes y que las cosas queden en orden?..

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