Es un viejo dicho, que se saca a relucir cuando la ocasión lo amerita… lo que ocurre con relativa frecuencia: “Unidos nos mantenemos firmes; divididos, caemos”. Pero parece que en el Partido de la Revolución Democrática no han escuchado nunca tan sabio apotegma.
Y es que los pleitos internos de los del sol azteca (aunque los aztecas jamás dibujaron un sol así) están colaborando poderosamente para que ese partido vaya cayendo en la inconsecuencia. Lo cual era de preverse: de sus pleitos intestinos han hecho un espectáculo tan penoso, que hasta el más despistado de los votantes la piensa dos veces antes que darle su sufragio a un organismo que no ha podido tener una elección interna decente en años.
Lo ocurrido en los comicios del estado de Guerrero el domingo pasado no es sino un anticipo de lo que le espera al PRD en los próximos tiempos si no endereza las naves y deja sus pugnas entre grupos.
Guerrero era considerado uno de los bastiones perredistas. Pero el domingo el PRD ganó la mitad de los municipios que tres años atrás. Y no sólo eso: perdió la joya de la corona, el puerto de Acapulco, básicamente por sus diferencias internas.
Y es que en el paradisiaco puerto (paradisiaco si uno considera nadar en agua contaminada un paraíso) la izquierda presentó dos candidatos. Una por el PRD, apoyada por el grupo de los Chuchos; y otro, por el PT y Convergencia, que contaba con la bendición de Andrés López y su grupo. A estas alturas, claro, se puede cuestionar lo de “bendición”. Ya más bien parece beso del diablo.
La cuestión es que los votos de la izquierda se dividieron, y el candidato del PRI ganó con gran facilidad. Una candidatura única y unida de la izquierda hubiera barrido, y el municipio más importante de Guerrero hubiera sido retenido por el PRD. Pero ello no ocurrió.
Hay varios aspectos dignos de notar en todo este asunto. El primero es que si sus divisiones internas le impiden ganar al PRD hasta en el Sur profundo, pobre y marginado, ¿qué papel jugará entonces a nivel nacional? ¿Únicamente tendrá presencia en el DF?
Y si persisten sus desavenencias, ¿qué porcentaje de la votación esperan obtener en 2009? Quizá la mitad de lo que juntaron en 2006. Un desplome del 50% en apenas tres años. Todo un suicidio político.
Y además, ¿no forman el PT y Convergencia parte del Frente Amplio Progresista? Entonces, ¿por qué postularon su propio candidato en Acapulco, saboteando así a su supuesto compañero de coalición? ¿O será que esa entelequia es ahora otra arma a ser blandida en los pleitos internos?
En fin, que las cosas no pintan nada bien para el PRD. Ni para el país, que sigue pidiendo a gritos una izquierda moderna y congruente.