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¿Dónde quedó la Reforma?

Hora cero

Roberto Orozco Melo

El gobernador panista de Jalisco hizo un donativo a la Iglesia Católica por un valor de 90 millones de pesos. Obviamente la voluntaria contribución fue entregada al señor arzobispo de la arquidiócesis, quien seguramente lo pondría en las manos del encargado de la obra de construcción del Santuario de los mártires mexicanos de Jalisco y el Bajío.

Ignoramos cuántos mártires católicos hayan sido canonizados en la República Mexicana. Recuerdo a San Felipe de Jesús, quien fue crucificado en Japón cuando trabajaba en la cristianización de los habitantes de aquel país y últimamente, ya durante el papado de S.S. Juan Pablo II, registró a varios de los que murieron en la guerra cristera que tuvo lugar en México por los años veinte del siglo XX.

Pero sucede que por experiencias históricas nuestra gente es malpensada, así que el generoso óbolo del mandatario jalisciense despertó naturales sospechas; y peor pudieron pensar los escépticos al ver una fotografía reproducida por un importante rotativo de la capital de la República en la cual aparece el arquitecto responsable de la obra religiosa al saludar al mismo arzobispo por su cumpleaños y aprovechando el apretado abrazo de felicitación para deslizarle en el bolsillo interior del saco un sobre blanco que el alto prelado no mira, pero lo siente con expresión satisfecha.

Nadie podría asegurar que dicho sobre contenía alguna cantidad de dinero para el prelado, aunque en todo caso pudo ser un regalo por la efeméride del dignatario. Quizá contenía un acróstico poético o un soneto bien medido y bien rimado que nació de la mística inspiración del constructor para homenajear al señor arzobispo y cardenal Sandoval Íñiguez; y sin embargo no han faltado quienes, malquistos y perniciosos, infieran que el sobre contenía una gratificación por el otorgamiento del contrato para la erección de la pía obra eclesiástica. Ahora mismo andarán diciendo que una foto habla más que mil palabras.

Lo cierto es que, entre los comentarios publicados sobre el misterioso hecho nadie arriesga a especular acerca del contenido, aunque a todos les queda la duda de si resulta legalmente válido y jurídicamente sustentable que un gobernador disponga del presupuesto público para donarlo a la construcción de una iglesia católica o de cualquiera otra religión.

Es un hecho reconocido en todo el mundo que el catolicismo en Roma es una institución más que solvente opulenta, aunque en todos los países existen humildes diócesis y parroquias cuyo sacerdocio sufre carencias y apenas sobreviven con las modestas limosnas que aportan, domingo tras domingo, las paupérrimas feligresías de las comunidades.

No hace mucho, con motivo de la colecta anual del obligatorio diezmo, se hablaba de que las percepciones de los sacerdotes que no eran, siquiera, del tamaño del salario mínimo que debería pagarse a los trabajadores del campo y de la ciudad. Hay sacerdotes quienes después de haber sido párrocos en los municipios más modestos viven ahora de la caridad cristiana en las casas en que pasan sus últimos días los servidores más humildes de la Iglesia Católica.

Las monjas que sirven a los sacerdotes y se encargan de la limpieza y buena apariencia de los templos no la pasan precisamente holgadas; y no obstante sus votos de humildad y pobreza son cumplidos con gusto y fidelidad por la fe y la obra cristiana. Sin embargo, trabajan hasta extenuarse sin emitir queja alguna.

Pero también, paradoja dolorosa, vemos que las altas jerarquías eclesiásticas se dan a la buena vida; son socios de clubes de golf, tripulan automóviles de último cuño y hasta visten ropa de firma. Viajan para presenciar las temporadas taurinas en España, y frecuentemente son invitados a compartir el pan y la sal con las personas de fortuna en cada comunidad, sean empresarios, intelectuales o políticos.

Lo criticable de la actitud del gobernador de Jalisco, al dar dinero público para un fin religioso, es la paladina ignorancia de servir a un Estado laico y no acatar los deberes constitucionales que está obligado a respetar. Nada se le censuraría si sacara de su bolsa ésa o mayor cantidad de dinero y lo comprobara fiscalmente; pero hizo gala de importamadrismo respecto a las leyes que nos rigen; eso se llama prevaricación y es motivo de desafuero, aunque nuestros diputados están ahora preocupados por cosas nimias. ¡Ay Benito Juárez! ¿Dónde quedaría tu Reforma?

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