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Downs deja el alma en Colombia

Lila Downs se presentó en el Gran Salón de Corferias en el marco del Festival de Teatro de Colombia. (El Universal)

Lila Downs se presentó en el Gran Salón de Corferias en el marco del Festival de Teatro de Colombia. (El Universal)

El Universal

Lo había dicho hace unos años. “Lo que yo hago con los estereotipos es correrlos, sacarlos de contexto. Rascar un poco la superficie”. Y aquí comprobó que sigue haciéndolo. Lila Downs vino a Bogotá a cantarle a la Revolución Mexicana, al despecho, a celebraciones como la del Día de los Muertos, al tomillo y el romero, a los inmigrantes que cruzan ilegalmente la frontera, a las indígenas de Oaxaca.

Vino a cantar rancheras, corridos y boleros que desordena sin una pizca de remordimiento con jazz, hip-hop, sonidos electrónicos, blues y hasta reggae. El miércoles 12 de marzo, Lila Downs dejó el alma en el Gran Salón de Corferias, como invitada especial del Festival de Teatro de Colombia.

Con la energía y la fuerza que la han hecho famosa en Europa y Estados Unidos, con esa voz ronca que sin embargo puede cambiar mil veces, Lila y su banda -La Misteriosa- encantaron a casi cinco mil personas por un poco más de una hora.

La noche empezó con Relámpago, una de las canciones más alegres de su último disco. Después introdujo Penas del alma diciendo que había venido a Colombia a cantar con el “elíxir de los dioses”, que no era otra cosa que tequila (o aguardiente) que ella reemplazaba por agua en la tarima.

Cantó una vez en inglés (cosa que cada vez hace menos) y bailó como La Iguana y como Viborita. En la mitad del concierto le regaló al público Quizás, Quizás, Quizás y después entonó su propia versión de La Cucaracha, aunque muchos se quedaron con ganas de oír la que hizo de La Bamba. Después, con La Cantina -que le da el título a su más reciente disco- y con Paloma Negra se ganó largos aplausos y atrevidos piropos que llegaban a sus oídos. Y preparó el remate con dos de sus canciones más conocidas: La cumbia del mole (un homenaje a la ciudad donde nació, Oaxaca) y La Llorona.

Entre Frida, Chavela

y Mercedes Sosa

Si La Misteriosa es una banda cosmopolita (los músicos que la acompañan son de países como Estados Unidos, Brasil, Chile y Cuba), qué no decir de esta mujer que en su página de MySpace tiene casi 19 mil amigos y cerca de 400 mil visitas. Lila nació en Oaxaca, pero se crió en Minnesota (E.U.) y divide su vida entre Nueva York y su ciudad o la capital de México.

Siempre que puede, dice que no sería lo que es sin la antropología (que estudió por un tiempo en la universidad y que le ayudó a valorar sus raíces indígenas, de las que ahora se siente muy orgullosa) y sin Mercedes Sosa.

Acepta que su búsqueda de un sonido propio pasa también por Chavela Vargas, Ella Fitzgerald, Bob Dylan, Missy Elliot, Orishas, Joni Mitchell, Joao Gilberto, Ibrahim Ferrer, Manu Chao, John Coltrane y Los Tigres del Norte.

Aunque ha grabado seis discos individuales (el primero es de 1999 y por uno de ellos, One Blood o Una Sangre, ganó un premio Grammy Latino en el 2004), su nombre sólo empezó a pasar de boca en boca hasta que se unió con Caetano Veloso para la canción Burn it blue de la película Frida, que les valió una nominación al Oscar hace cinco años.

“Yo la vi hace mucho en Londres y en Washington y aunque siempre te cautiva por esa voz tan sensual que te enreda y esa energía, ahora la siento distinta. Mucho más fuerte y muy pegada a sus raíces indígenas”, dijo Cristina Palau, una colombiana que conoce a Lila Downs desde hace casi siete años y que estuvo el miércoles en Corferias.

El concierto empezó una hora más tarde de lo previsto (tras la presentación de María Mulata) y en la entrada, los que más sufrieron la falta de organización fueron los que tenían boletas no numeradas y empezaron a hacer fila desde las 6 de la tarde.

Pero Lila dejó todo en el escenario. Y la gente supo agradecerlo (cuando se empezó a despedir, una joven que estaba en la primera fila corrió a la tarima y le tiró una mochila). Pidió más cuando sonó la última canción, se acercó todo lo que pudo a la mexicana y burló las normas que impedían tomar fotos o grabar videos.

Lila Downs vino a Colombia para romper estereotipos (nunca le ha gustado que la etiqueten con la categoría de World Music o música del mundo que está tan de moda por estos días) y para confirmar que tiene una voz maravillosa y que ella toda, por su origen y por su música, es inclasificable.

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