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ECOS DE UN CONCIERTO

S. Beckmesser

Es un hecho incontrovertible que fuera de la Ciudad de México, los conciertos y las presentaciones de óperas no son eventos frecuentes. Una notable excepción a esta situación, es la que desde hace catorce años se ha venido viviendo en nuestra ciudad, pues en ese lapso de tiempo la Camerata de Coahuila con una frecuencia casi quincenal ha presentado conciertos en los que han participado entre otros, solistas y cantantes de la talla de Ramón Vargas -a quien se ha escuchado en nuestra ciudad en dos memorables galas operísticas- Cyprien Katsaris, Alexandre Tharaud y Stefan Milenkovic.

Aún más sorprendente es que en ese mismo período, la Camerata de Coahuila ha presentado en producciones propias las óperas Bastián y Bastiana de Mozart, El Barbero de Sevilla de Rossini (uno de los últimos trabajos en dirección escénica que hizo Juan Ibáñez), La Serva Padrona de Pergolesi, Dido y Eneas, el estreno en Iberoamérica de La Isla Deshabitada de Haydn y de la versión de Viena del Orfeo y Euridíce de Gluck y en coproducciones con Procultura de Monterrey de las óperas El Barbero de Sevilla y Marina de Arrieta, y con el INBA, el Elíxir de Amor de Donizetti y La Traviata de Verdi.

Todos los conciertos de cierre de temporada y de aniversario han sido verdaderamente extraordinarios y la Gala de Ópera con que la Camerata de Coahuila bajo la espléndida dirección de Ramón Shade cerró la primera serie de este año, no fue la excepción. En esta extraordinaria gala asumieron los papeles solistas la soprano Eglise Gutiérrez y el tenor Fernando de la Mora.

Fernando de la Mora en los últimos tiempos ha sido un visitante frecuente de nuestra ciudad y se ha presentado en varios memorables conciertos y funciones de ópera, por su parte ésta es la primera vez que Eglise Gutiérrez nos visita, pero su gran talento y musicalidad cautivó a los laguneros.

El concierto dio inicio con una espléndida interpretación de la obertura de la ópera Don Pascuale de Gaetano Donizetti (1797-1848), al cual le siguieron tres arias extraídas del Elíxir de Amor, siendo la primera de ellas la maravillosa romanza “Una Furtiva Lágrima” que con gran gallardía cantó Fernando de la Mora. A ésta le siguió el aria “Prendi, per me sei” que interpretó de manera espléndida Eglise Gutiérrez y el dueto “Esulti pur la Barbara” en el que ambos cantantes lograron un perfecto balance.

Después de escuchar estos extractos de Donizetti la orquesta interpretó bellamente dos fragmentos de óperas de Giuseppe Verdi (1813-1901): el preludio del primer acto de la ópera La Traviata y el aria “Caro Nome che il mio cor” de la ópera Rigoletto. En esta última la soprano fácilmente superó los retos que plantea esta difícil aria y logró ganarse al público.

La primera parte de la gala, finalizó con el aria “Ah! Fuyez Douce Image” de la ópera Manon de Jules Massenet (1842-1912), en la que Fernando de la Mora hizo gala de su extraordinaria voz.

Después del intermedio, se interpretaron además de la obertura de la Forza del Destino de Verdi, ocho arias y duetos de la ópera Lucia de Lammermoor de Donizetti. Es así que pudimos escuchar el recitativo “Il Dolce Suono” y las arias “Ardon Gl’incenso” y “Spargi Damaso Pianto” en las que Eglise Gutiérrez no solamente demostró su bella voz e impecable técnica, sino también su extraordinaria capacidad para asumir papeles dramáticos. Fernando de la Mora cantó de la misma ópera “Tombe Degli avi Miei” y junto con la soprano el dueto “Sulla Tomba che Rinserra” concluyendo el programa con el aria para tenor “Qui di Sposa Eterna Fede”.

El público mostró su agrado por esta excelente gala con una larga ovación, la cual no cesó hasta que Eglise Gutiérrez cantó el aria “Sempre Libera” de La Traviata, que nos entusiasmó aún más. Los aplausos no cesaron hasta que Fernando de la Mora interpretó la “Donna e Mobile” proveniente de Rigoletto, el teatro entero se puso de pie a aplaudir a los cantantes y músicos, así que se brindó como último encore el dueto “Libiamo” de la Traviata.

El trabajo que han realizado a lo largo de estos catorce años la Camerata de Coahuila y Ramón Shade ha sido extraordinario e incluso podría llegar a ser calificado como milagroso, pues la presentación de eventos de música clásica de primer nivel se ha convertido en algo habitual en nuestra ciudad, por lo que es justo felicitar tanto a los músicos de la orquesta, a su magnífico director así como al personal administrativo y al patronato de esta maravillosa institución cultural.

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