Tal vez el compositor ruso más famoso de la historia es Piotr Ilich Tchaikovsky (1840-1893), quien fue el autor de un buen número de ballets, conciertos, óperas y música de cámara que se encuentran entre las más bellas páginas del repertorio clásico. Su ópera Eugen Onegin contiene una cautivadora polonesa que es frecuentemente interpretada fuera de su contexto operístico. El pasado viernes 24, con esta fastuosa partitura la Camerata de Coahuila bajo la batuta del maestro Ramón Shade dio inicio a un concierto verdaderamente memorable.
Hace más de treinta años tuvimos en Torreón el privilegio de escuchar a un trío en el que uno de sus integrantes era la excepcional violinista japonesa Mayumi Fujikawa. A pesar del tiempo que ha pasado, aún guardo gratos recuerdos de esa velada, por lo que me hizo una gran ilusión tener la oportunidad de escuchar de nuevo a esta gran artista y sobre todo porque la obra a interpretar sería el fabuloso Concierto para Violín y orquesta Op. 35 que Tchaikovsky escribió en 1878.
El estreno de este concierto lo llevó a cabo en Viena el cuatro de diciembre de 1881 el violinista Adolf Brodsky (1851-1929) con la Filarmónica de Viena bajo la dirección de Hans Richter (1843-1916). Eduard Hanslick (1825-1904), el crítico vienés más importante de su tiempo, repudió de manera rotunda a esta partitura con estas palabras: “Ya no se toca más el violín; ahora es golpeado y fustigado, azotado hasta quedar azul y negro... El Concierto para Violín de Tchaikovsky nos trae por primera vez la horrible idea de que pudiese haber música que apeste al oído”. Es muy probable que estos comentarios hayan sido motivados por la formación tradicional alemana que había recibido Hanslick, la cual se contraponía al sabor eslavo que posee esta obra. Afortunadamente esta partitura fue mejor comprendida y acogida en otros países, por lo que muy pronto se le incluyó entre los más notables conciertos escritos en el Siglo XIX, siendo los otros tres los de Beethoven, Mendelssohn y Brahms.
El gran temperamento, sensibilidad y prodigiosa habilidad técnica que posee Mayumi Fujikawa le permitieron superar con su impresionante violín Guarnerius las grandes dificultades que encierra esta obra. En estas tierras hemos tenido la oportunidad en el pasado de escuchar a violinistas de la talla de Rugiero Ricci, Victor Tretyakov y Stefan Milenkovich y es posible, a la luz del concierto del pasado viernes, afirmar sin temor a equivocarnos que Fujikawa es, si no la mejor, por lo menos una de las mejores que hemos escuchado. El público quedó fascinado por el gran lirismo y virtuosismo que caracterizaron a la interpretación de Fujikawa y por la excelente ejecución que realizó la orquesta bajo la dirección el maestro Shade, por lo que varias veces se les hizo salir a agradecer las ovaciones y los aplausos de todos los asistentes.
Después del intermedio la Camerata conmemoró el 50 aniversario luctuoso de dos importantes compositores del Siglo XX, José Pablo Moncayo (1912-1958) y Ralph Vaughan Williams (1872-1958). Primeramente se tocó la raramente escuchada Sinfonietta del compositor mexicano José Pablo Moncayo, cuya partitura data de 1945 misma que revela una gran influencia del compositor estadounidense Aaron Copland (1900-1990), con quien estudió en 1942. Por otro lado, de Vaughan Williams se interpretó su Suite de Canciones Folklóricas Inglesas, la cual hace evidente la pasión que dicho compositor tenía por la música folklórica de su país y que contiene un arreglo de Greensleeves (Mangas verdes), una hermosa melodía que data del Siglo XVI.
La Camerata de Coahuila bajo la excelente dirección del maestro Ramón Shade tocó de manera espléndida este programa, por lo que el público les brindó un largo aplauso, el cual no cesó hasta que se tocó como encore la polonesa de Eugen Onegin.
GLOSARIO MUSICAL:
Op.: Abreviatura de la palabra latina opus (obra). El número indica la ubicación cronológica de la partitura con respecto a la producción de un autor.
Polonesa: Es una danza de origen polaco con tiempo de ¾.
