Las fuerzas estadounidenses comenzarán su retiro de Irak en el 2009, tras una marcado descenso en los niveles de violencia, y los iraquíes participarán en unas elecciones que podrían indicar si las ganancias en el terreno de la seguridad se mantendrán.
Por ello, el 2009 puede resultar un año clave para Irak.
Si todo sale bien, Irak podría encaminarse a un período de relativa estabilidad, por más que no haya tomado forma la democracia tipo occidental que delineó Estados Unidos al invadir el país en el 2003 y derrocar a Saddam Hussein.
Si las cosas no marchan bien, en cambio, se podría producir un nuevo espiral de violencia.
Los resentimientos entre chiitas, sunies y curdos que alimentaron el conflicto siguen vivos, por más que los ataques de sectores extremistas hayan disminuido un 80% desde marzo, según los militares estadounidenses.
Irak sigue siendo un país convulsionado, en el que millones de personas no tienen seguridad, agua, trabajos, electricidad ni esperanza.
No obstante, las perspectivas del país son hoy tal vez mejores que en ningún momento desde que comenzó la ocupación.
En el 2008, las fuerzas combinadas de Irak y Estados Unidos lograron grandes avances en la guerra contra extremistas suníes y chiítas, reduciendo los niveles de violencia en Bagdad y otras ciudades a niveles que no se veían desde hacía cinco años. Los soldados estadounidenses son hoy una fuerza de paz más que una fuerza de combate.
El año que se avecina dirá si los iraquíes logran construir un sistema político en el que distintos grupos étnicos y religiosos sienten que pueden compartir el poder de una forma justa.
Elecciones regionales el 31 de enero en 14 de las 18 provincias iraquíes y elecciones legislativas a nivel nacional a fines del 2009 ofrecen a los iraquíes la oportunidad de elegir los líderes que mejor representan sus intereses.
