Existen varios mitos alrededor del aprendizaje significativo, que más que aportar a su comprensión y análisis, confunden y entorpecen sus logros deseables, por lo que la cuestión es entonces, ¿qué son realmente los aprendizajes significativos y cómo propiciarlos? Analicemos los mencionados mitos y busquemos las respuestas en los orígenes de esta teoría.
Primer mito: El aprendizaje significativo se da cuando el alumno “se divierte” aprendiendo. No necesariamente es cierto, ya que hemos visto muchos intentos de integrar experiencias lúdicas en varios niveles educativos y sin embargo, los alumnos no aprenden más que aquellos que reciben clases tradicionales. Que los alumnos se diviertan, es clara la intención, pero nuestro trabajo docente no es el entretenimiento.
Segundo mito: El aprendizaje significativo se da cuando los contenidos se ofrecen “adaptados” a los intereses del alumno. No necesariamente. ¿Quién puede asegurar lo que realmente les interesa a sus alumnos? ¿Acaso debemos renunciar a un contenido porque éste no resulte atractivo a nuestros alumnos? El maestro debe buscar interesar al alumno en el contenido, pero esto no basta. La mayoría de nuestros alumnos están interesados en aprender computación e inglés, y sin embargo sabemos que esto no es suficiente para aprenderlos por completo.
Tercer mito: El aprendizaje significativo se da cuando el alumno “quiere aprender”. Tampoco es exacto. Pensemos en las caras de nuestros alumnos el primer día de clase. ¿Acaso podemos negar que la mayoría, aún aquellos que han fracasado anteriormente, llegan con ilusión de empezar bien el curso y aprender? Sin embargo, el tiempo nos confirma nuevamente que esto no basta.
Cuarto mito: El aprendizaje significativo se da cuando el alumno “descubre por sí mismo” aquello que ha de aprender. Falso. Como descubriremos más adelante, no todo lo que el alumno aprende, lo hace por descubrimiento, ni todo lo que el alumno “descubre” es aprendido. El aprendizaje por recepción, si se cumplen ciertas condiciones, puede ser igualmente eficaz o más que el aprendizaje por descubrimiento.
Quinto mito: El aprendizaje significativo se da cuando el alumno “puede aplicar” lo aprendido. La implicación si bien es cierta, es poco exacta. Más bien se debería afirmar que si el aprendizaje es significativo, es posible transferirlo; de otra manera, no afirmamos nada sobre el proceso de aprendizaje y por lo tanto no podemos orientar nuestra práctica.
Lo que me parece fundamental es revisar los enfoques teóricos que dan lugar a dicha categoría cognitiva, Vgr. la perspectiva de David Ausubel en la década de los setenta, o las propuestas de Jerome Bruner sobre el Aprendizaje por Descubrimiento que cobraron adeptos en forma acelerada. Las experiencias se orientaban a que los niños en las escuelas construyeran su conocimiento a través del descubrimiento de contenidos. Se privilegió, entonces, el activismo y los experimentos dentro del aula. Ante la llegada de lo nuevo, se criticó severamente el modelo expositivo tradicional.
Ausubel reconoció las bondades del aprendizaje por descubrimiento, pero se opuso a su aplicación irreflexiva. Después de todo hay que considerar que el aprendizaje por descubrimiento tiene una desventaja: necesita considerablemente más tiempo para la realización de actividades. Considera que el aprendizaje por descubrimiento no debe presentarse como opuesto al aprendizaje que resulta de una exposición (aprendizaje por recepción), pues éste puede ser igualmente eficaz (en calidad) que aquél, si se dan ciertas características; además, puede ser notablemente más eficiente, pues se invierte mucho menos tiempo.
Así, el aprendizaje escolar puede darse por recepción o por descubrimiento como estrategias de enseñanza, y puede lograr en el alumno aprendizajes de calidad (llamados por Ausubel significativos) o aprendizajes de baja calidad (memorísticos o repetitivos). Se considera que el aprendizaje por recepción no implica, como mucho se critica, una actitud pasiva del alumno; ni tampoco las actividades diseñadas para guiar el aprendizaje por descubrimiento garantizan la actividad cognoscitiva del alumno.
Lo que sí se ha podido demostrar, es que los aprendizajes significativos tienen una relación muy estrecha con los intereses y las expectativas del que aprende, con algún asunto que requiera solución, con la posibilidad de lograr hacer algo con lo que se aprende, con la necesidad de propiciar una profunda reflexión de lo aprendido y con el tipo de interacción docente–estudiante (sobre todo la calidad de la misma).
Existen además, puntos de convergencia entre los diferentes enfoques teóricos (Rogers, Piaget, Vigotsky, Ausubel, etc.); conocerlos nos ayudará a generar esta forma de aprendizaje de manera correlativa y complementaria.
La significancia de los saberes está también en la correlatividad; otro aspecto que me parece básico en términos procesales, es poder apreciar una serie de eventos correlativos que ocurren en la facilitación de aprendizajes: procesos afectivos, de formación de la personalidad, sensoriales, de interacción, de empatía, contextuales, estructurales, etc.
Finalmente, la responsabilidad de aprender es tanto del profesor como del alumno, por lo que el maestro debe tener claras las diferentes formas en que los alumnos aprenden, diferenciando sus referentes (conocimientos previos) vía el diagnostico positivo y la autoevaluación.
El profesor puede funcionar como líder en el proceso de internalización llamado enseñanza, reconociendo que los alumnos tienen su diversidad y a partir de ésta, cumpla su compromiso pedagógico que consiste en disponer, orientar y facilitar al máximo la participación y el uso de la razón del alumno en la apropiación del saber del maestro.
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