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El arquitecto

Jaque mate

Sergio Sarmiento

“La arquitectura es muy difícil [….];

no es como la música, en que se puede

ser genio a los 11 años”.

Le Corbusier

Teodoro González de León es un arquitecto enamorado de los techos altos, los espacios abiertos, los muros sólidos de concreto texturizado y los grandes ventanales. Cada una de sus obras, sin embargo, es singular. Si bien tiene un lenguaje característico, no corta todos sus proyectos con el mismo cartabón. Piense usted cuán diferentes son el Auditorio Nacional y el Museo Tamayo, la torre Arcos Bosques –esa que conocemos como el Pantalón— y el nuevo conjunto de Reforma 222.

Nunca he conocido la casa estudio de González de León en la calle de Ámsterdam de la colonia Condesa de la Ciudad de México, pero las fotos revelan también un estilo muy diferente. “En mi vivienda –le dijo esta semana a Arturo Escobar de Reforma— predomina el concreto blanco. Y la luz del Sol es otro de mis lujos. No necesito más opulencia”.

No, González de León no necesita opulencia. La sencillez de líneas es la marca de su arquitectura. Muchas veces hay un gesto de adorno en sus diseños –una línea curva, un saliente inesperado, un resquicio de luz— pero los problemas los resuelve con imaginación y economía de diseño.

Teodoro –en el medio no se necesita más que su primer nombre para saber de quién se habla— cumplirá este próximo 29 de mayo 82 años de edad. Pero nadie podría saberlo al ver su trabajo intenso, su vigor físico, su cabellera larga cargada de energía o su arquitectura joven, vigorosa e innovadora. Ahora mismo está concluyendo obras importantes como Reforma 222, un conjunto de oficinas, apartamentos y centro comercial sobre el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México, y el Museo Universitario de Arte Contemporáneo en el Centro Cultural Universitario de la UNAM. Los proyectos, además, siguen surgiendo constantemente de su imaginación.

Este pasado 23 de abril se anunció que Teodoro había ganado la medalla de oro de la Unión Internacional de Arquitectos, un reconocimiento que se entrega cada tercer año a los mejores arquitectos del mundo, entre ellos el japonés Tadao Ando, el italiano Renzo Piano, el español Rafael Moneo, el indio Charles Correa y el mexicano Ricardo Legorreta. Este miércoles 14 de mayo se le ofreció por ello un homenaje en el digno marco de Reforma 222. Colegas e intelectuales celebraron a quien sin duda es uno de los mejores arquitectos de todos los tiempos y de cualquier lugar.

Hay detractores, sin embargo. González de León ganó en noviembre de 2006 la licitación para construir una Ciudad de las Artes en Querétaro. Un año después el Gobierno panista de Francisco Garrido rescindió unilateralmente el contrato por “diferencias irreconciliables”, pese a haber recibido ya los planos, y entregó el proyecto a la firma que ocupó el quinto lugar en la licitación. Como es lógico, la decisión ha generado toda suerte de sospechas.

González de León estudió en la Escuela Nacional de Arquitectura de la UNAM. En 1947 marchó a Francia con una beca y colaboró en el taller de Le Corbusier, el arquitecto y urbanista nacido en Suiza que revolucionó la arquitectura de Francia y del mundo a mediados del siglo XX. Tras regresar a México, trabajó como urbanista y participó en el proyecto original de Ciudad Universitaria. Después se ha dedicado a la construcción de grandes edificios públicos y privados.

Es difícil andar por la Ciudad de México sin toparse con obras de Teodoro, las cuales son siempre distintivas. ¿Ha visto usted el edificio del Infonavit o la Universidad Pedagógica Nacional o la sede central del Fondo de Cultura Económica o el Colegio de México? Todas ellas son de él, solo o en colaboración. Su trabajo no se encuentra únicamente en México. También son suyas la Embajada de México en Brasilia y el Instituto Cultural Mexicano-Estadounidense de Austin, Texas.

Teodoro ha trabajado muchas veces en colaboración con otros notables arquitectos. Las obras que hizo con el ya fallecido Abraham Zabludovsky, como el Colegio de México o el Infonavit, son hoy clásicas y demuestran que la colaboración no tiene que estar reñida con la creatividad. Ha trabajado también con Francisco Serrano en proyectos como la Embajada de México en Berlín.

Pero González de León no sólo sabe construir de cero. Algunas de sus obras más distintivas las ha hecho sobre edificios ya existentes cuyo espíritu ha conservado mientras los transformaba de manera radical. Dos ejemplos son el Auditorio Nacional y la Librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica, el viejo cine Bella Época.

La arquitectura no es como la música, le dijo a Teodoro el propio Le Corbusier en 1949: un arte fácil en el que “se puede ser genio a los 11 años”. Pero a los 82 años de edad, sólo en Querétaro se le escatima a González de León ese calificativo.

COMITÉ ANTICORRUPCIÓN

Uno de los problemas que más afectan la competitividad de Pemex es el exceso de supervisión y control por parte de burócratas. Crear un nuevo comité anticorrupción en el consejo de administración, nombrado por los diputados y senadores, como propone Andrés Manuel López Obrador a través de Claudia Sheinbaum, no sólo no eliminaría el problema sino que lo aumentaría. Pemex debe estar en posibilidad de actuar como cualquier firma en el mundo: sus ejecutivos deben ser juzgados por el desempeño de la empresa y no por la forma en que llenan formularios burocráticos.

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