Después del tiro de gracia a la justicia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación con el caso Lydia Cacho, ahora continúa el retroceso en lo referente a justicia social, libertad, derechos y soberanía fraguando contrarreformas que merman no sólo la capacidad de defensa de los ciudadanos, sino la libertad de expresión, asociación y petición de justicia.
Tras la salida de Carmen Aristegui de la W Radio extraña que los supuestos defensores de la libertad de expresión mediática en la Cámara de la Industria de Radio y Televisión (CRIT), no se hayan pronunciado contra el flagrante atentado a la periodista que sostenía uno de los pocos espacios de verdadera libertad informativa en la nación. Claro que aquí los ingresos no son los que están en juego pues Aristegui tenía la venia providencial del dios del raiting en la estación. Mucha tinta ha manado al respecto y puedo recomendarle el número del semanario Proceso correspondiente a la semana del 13 de enero, que trae a Carmen Aristegui en portada.
Ahora la reconquista española se hace patente no sólo con el nombramiento de Juan Camilo Mouriño como secretario de gobernación sino con la presencia de empresas españolas que se han infiltrado paulatinamente en la economía y la vida de los mexicanos. Firmas que en la mayoría de los casos llegan a tener sus mayores ingresos gracias al abuso y la explotación del pueblo que los recibe. Un ejemplo es la esclavitud en la que tienen a sus trabajadores empresas hoteleras que construyen en el sur del país, eso sin ahondar en la depredación ecológica que las constructoras crean y la rapiña en que los bancos españoles se solazan gracias a las altas comisiones e intereses que cobran.
Sobre Mouriño uno no puede evitar recordar su origen español, el éxito de su familia en los negocios y su ascenso vertiginoso (de Mouriño) en el poder. Podemos esperar del segundo al mando del gobierno una renovación del espionaje (inteligencia militar, se le llama para disfrazar el término), la represión de movimientos populares y de protesta. Basta ver su negativa a dialogar con el Ejército Popular Revolucionario y con Andrés Manuel López Obrador. Todo esto puede ser interpretado como una regresión hacia el uso de la fuerza contra la sociedad previendo las respuestas ante las propuestas privatizadoras de PEMEX y las mal llamadas reformas laboral, de justicia, y energética.
Sobre la reforma laboral le puedo decir que busca seguir defenestrando los derechos de los obreros para beneficio de los patrones. Bautizada con el mañoso nombre de “iniciativa de los sectores” la contrarreforma laboral contempla nuevas modalidades de contratos individuales de trabajo, para que se establezca contratación “por temporada” o “a prueba”; esquemas para que los patrones y empleados “puedan convenir la ampliación de la jornada diaria”, y cambios en la operación de las Juntas de Conciliación y Arbitraje para que, por ejemplo, se reduzca de 90 a 45 días el plazo para que caduquen los juicios laborales (…)En este proyecto se plantea la simplificación de las obligaciones patronales en materia de capacitación y adiestramiento; el establecimiento del banco de horas y la modificación de la jornada diaria de trabajo por acuerdo entre patrones y trabajadores; suprimir el “escalafón ciego” e impulsar la “multihabilidad” de los empleados para que puedan realizar varias funciones, como medidas para incrementar la productividad y la competitividad del país. Asimismo se señala que para que una organización pueda depositar su Contrato Colectivo de Trabajo deberá presentar su registro otorgado por las autoridades, o no lo podrá hacer, y que “el registro de los sindicatos puede cancelarse por no proporcionar informes a las autoridades respecto de su actuación y por no informar cada seis meses de altas y bajas de sus miembros”. Según lo publica una nota de La Jornada del lunes 14 de enero. En pocas palabras menos derechos para los empleados y menos obligaciones y mayor ganancia para los patrones. Como decían en el hotel donde yo trabajaba “todo por lo mismooo”.
La reforma judicial, se rumora, saldrá sin modificaciones y tendremos un estado represor que lo último que buscará será resolver la farsa del combate al narcotráfico. Nuestros feroces policías y soldados, que acaban de disparar contra otra persona que no hizo alto en un retén, tendrán la capacidad de entrar en nuestros hogares sin orden de cateo a la hora que les plazca. Es bien sabido que una de las soluciones para el combate al narco no es la inversión en seguridad sino la legalización de las drogas, lo que haría de México un paraíso para el turismo toxicológico y transformaría la industria de la droga en una empresa con lineamientos establecidos, (¿se imagina, marihuana y cocaína de marca?) pero por supuesto la legalización no conviene a la corrupción ni al manejo económico que se hace de los recursos invertidos en la lucha antidrogas, que a cada momento patenta su ineficacia y que ha desatado de nuevo una oleada de asesinatos, levantones y apariciones de ejecutados. La ineficacia del combate también se ha visto, en lo local, en el caso del “teibolvideo” que además de excitar el morbo y tener un fin político, demuestra la ineficacia en la aplicación del Código Rojo, la inutilidad de los recursos millonarios que bien podrían tener otro destino de verdadero beneficio, y hace sospechar que la policía tiene el permiso de divertirse mientras el narco sigue disputándose los territorios, pues no importa la fecha en que se hayan grabado el video, la violencia por narcotráfico fue constante durante el 2007 y sigue y sigue y sigue.
Según la página del Ayuntamiento de Torreón este año se invertirán alrededor de $77 millones de pesos para seguridad, un monto “sin precedentes” como lo denomina la nota, para el sangriento espectáculo del combate al crimen organizado.
Como puede ver, caro lector, a pesar de lo que digan las encuestas mintiosky, la situación nacional es digna de un despeñadero. La necesidad de estar informado y comprometerse con la participación social, en la medida de nuestros recursos, es inevitable. Para nuestra mala fortuna la ignorancia es el yugo que atenaza la mayoría de la población y poco a poco vamos pa’tras hacia un destino de esclavitud reglamentada en el que, como me dijo José Lupe González, ya ni se podrá comprar gasolina para hacer bombas Molotov debido al gasolinazo. Una nación entretenida y esclavizada a su destino de derrota y opresión. Y eso que falta ver el TLCAN, los nuevos impuestos, la migración, la desnutrición, la contaminación, el analfabetismo y otras taras nacionales que chupan la sangre de ese glorioso y surrealista país llamado México. No te acabes paraíso. No te acabes.
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