¿Símbolo de decadencia? ¿Ooootro?
Hace unos diez años salió a la venta un libro escrito por Tony Bouza que llevaba el provocativo título: “Decadencia y caída del Imperio Americano”. En él se afirmaba que los años de la hegemonía de Estados Unidos estaban contados debido a sus costumbres pasalonas, poco éticas y muy dadas a lo conformista y comodino; y a la corrupción, que veía enseñorearse en diversos ámbitos, desde el corporativo hasta el más esperable de la política. En su momento, algunos críticos se pitorrearon de Bouza: después de todo, Estados Unidos había ganado la Guerra Fría, vivía los días de bonanza de Clinton, no enfrentaba ningún conflicto importante, y la amenaza económica japonesa parecía haber desaparecido. No había de qué preocuparse. ¿Decadencia? ¿Cuál decadencia?
Luego vino el 9/11, las múltiples burradas de Bush, la infortunada aventura de Irak y la elevación exponencial del déficit nacional norteamericano. Hoy en día, Estados Unidos tiene la deuda pública más alta de la historia humana… siendo que Clinton había dejado la chamba con un superávit notable en las finanzas del país. En parte ello se debe a los onerosos gastos militares, que por definición son improductivos. Pero también a que la industria norteamericana no parece haber tomado el paso de la productividad y la innovación. En especial ciertos actores del sector industrial no las tienen todas consigo.
Y la semana pasada se dio a conocer un dato que, viendo las cosas de cierta manera, parece columbrar que los tiempos sólo irán para mal durante un buen rato. Y como símbolo puede ser muy poderoso. De acuerdo a los números de fin de año, por primera vez desde 1931 la Ford Motor Co. dejó de estar entre las primeras dos armadoras con más automóviles vendidos en Estados Unidos. ¿Quién desplazó al tercer puesto a la compañía que fundara el ingenioso Henry en Detroit? Pues ni más ni menos que la japonesa Toyota.
En los años ochenta, el anuncio hubiera hecho sonar sirenas de alarma y provocado desgarramiento de vestiduras patrióticas por allá. Ya sabemos cómo son. Pero ahora, parece que ya se acostumbraron a que una empresa extranjera desbanque a todo un ícono nacional.
Se puede alegar que la distancia no fue mucha: Toyota vendió 2.62 millones de vehículos contra los 2.57 millones de la Ford. Además, la General Motors sigue siendo la reina, con 3.82 millones, bien alejada de sus competidores, locales o foráneos.
Pues sí. Pero que una empresa emblemática del American Way of Life (el Modelo “T”, el Mustang) sea desplazada, luego de más de 75 años, y por una compañía japonesa… no sé, creo que tiene una carga simbólica importante. Sobre todo en estos días, que parece que tenemos en puerta una recesión. Sí, dije tenemos. Porque a nosotros también nos va a pegar. Razón de más para andar oteando horizontes y buscando augurios.