La situación causó algunas expresiones más bien cursis: ¿cómo era posible que se iniciara una guerra en plena inauguración de los Juegos Olímpicos, un evento que se supone debe unir al mundo, una fiesta magna de la paz universal?
Bueno, digamos que, excepto en la antigua Grecia, ni las Olimpiadas ni ninguna otra celebración han detenido nunca a un país que quiere ir a la guerra. De hecho, quizá los georgianos pensaron que los sucesos en Beijing iban a ser una cortina de humo lo suficientemente espesa como para que su invasión de Osetia del Sur pasara desapercibida. Craso error.
Claro que Georgia no llama invasión a la entrada de sus Fuerzas Armadas a Osetia del Sur. Según los georgianos, ese pedazo de tierra es suyo… aunque lleva 15 años sin estar bajo su control efectivo. Simplemente, dice Georgia, decidió restaurar su autoridad sobre una provincia en rebeldía.
El problema es que Rusia sí ve a Osetia del Sur como una entidad separada de Georgia. Después de todo, la mayoría de la población de ese territorio tiene ascendencia y pasaporte rusos, no georgianos. Así que, como hermanita mayor, y que es luchadora ruda, se arrogó el derecho de defender a los osetios de la agresión georgiana. Y no sólo eso: le dio una lección a Georgia de lo que puede ocurrir si se atreve a volver a repetir la travesura. Tropas y aviones rusos penetraron profundamente en territorio georgiano, mucho más allá del territorio que en teoría defendían. El propósito es claro: quitarle a Georgia toda intención de volver a hacer algo semejante en Osetia del Sur. O en Abjazia, otra región que se ha proclamado separada de Georgia, también protegida de Rusia.
Lo que puede resultar más impresionante de todo este asunto, es que Osetia del Sur tiene 70,000 habitantes (menos que Lerdo, y sin nieve de Chepo); y el territorio en sí no llega a cuatro mil kilómetros cuadrados: más pequeño que varios municipios de Coahuila. ¿Cientos de muertos y heridos… por eso?
Bienvenidos a las realidades políticas del Cáucaso, en donde varias docenas de etnias, lenguas y creencias tienen siglos peleándose por un valle, un cerro, un agravio, el robo de una oveja hace décadas. Y en donde la desintegración de la Unión Soviética, en 1991, dejó muchos pendientes sin resolver, muchas situaciones complicadas que pronto se salieron de control.
Una de ellas ha tenido muchos reflectores: la brutal campaña rusa por someter a Chechenia, y el brutal terrorismo que los chechenos han utilizado como antídoto y venganza. Por el mismo rumbo, la situación en Nagorno Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán podría convertirse de nuevo en un conflicto abierto. Y ahora tenemos Osetia del Sur y la intromisión rusa en la zona. Y contando…
Pero como decíamos: ése es el Cáucaso, una de las encrucijadas del mundo donde nada es sencillo… y nada es lo que parece. Esperemos a que se asiente el polvo del presente conflicto… y quizá entonces sepamos qué está detrás de todo esto.