A ver, la neta, la neta, amigo lector: ¿ha seguido usted puntual y apasionadamente los debates que se están realizando desde hace unos días en el Senado de la República, en relación con la minirreforma petrolera propuesta por el Gobierno de Calderón?
No se agüite ni avergüence si su respuesta es negativa: algo me dice que pertenece a la aplastante mayoría de la población. Aunque los políticos quieren hacer del mentado debate un evento cataclísmico, del que según ellos depende el futuro y el copretérito de la Patria, los ciudadanos comunes y corrientes no parecen ponerle mucha atención. Creo que la Fiesta Grande del Futbol Mexicano (a la que, por cierto, no acuden muchos invitados que digamos), le interesa más al respetable.
Sin duda ha habido algunas intervenciones interesantes… aunque nadie ha dicho nada que no supiéramos antes. En todo caso, se han señalado lacras y lastres que con frecuencia se soslayan: la corrupción rampante, la ineficiencia histórica, el peso inmenso que representa un sindicato gangsteril y rapaz. Pero, ¿qué hay de nuevo en decir que Romero Deschamps y sus compinches son unos mafiosos saqueadores?
Quizá por ello el debate no concita mucha atención: si no hay nada nuevo bajo el sol (y Romero Deschamps sigue sin pisar la cárcel), entonces ¿para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo?
Por otro lado, como que existe la creencia de que los bandos ya están muy bien definidos, y nadie va a convencer a “los otros” de que cambien de parecer. Para los lacayos de Andrés López, cualquier propuesta que no sea suya es privatizadora, anticonstitucional, manejada por la oligarquía y destinada a vender a la patria a los oscuros intereses del capitalismo mundial. En ese sentido, ¿para qué gastar saliva intentando ponerle racionalidad a la discusión?
Además de que han metido su cuchara luminarias que, la verdad, no tenían nada qué hacer en el debate. ¿Saben algo de petróleo, exploración, plataformas, los líderes de los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional? ¿Sabe algo el presidente Patito, quien opinó (como suele hacerlo) a través de uno de sus palafreneros? Entonces, ¿para qué rayos intervienen con sus politiquerías en lo que debiera ser un asunto estrictamente técnico? Nos dan ganas de hacerle al rey Juan Carlos y decirles “¿Por qué no se callan?”
Claro que según la mitología nacional es impensable separar al petróleo de la política. Que es una de las razones por las cuáles el petróleo no le ha servido para maldita la cosa a la nación mexicana. Y que, mucho me temo, será la razón por la cuál dejaremos ir, una vez más, la oportunidad de hacer de ese recurso una herramienta de prosperidad, y seguiremos utilizándola como tótem de nuestra propia mediocridad, ídolo de nuestros eternos atavismos y ceguera histórica.