Desde meses previos al embarazo, la mujer debe consumir ácido fólico para evitar y prevenir enfermedades; una vez conciente de su estado, es vital el control médico.
María solamente tenía la creencia de estar embarazada, pero el ir y venir del trabajo, las preocupaciones diarias y la falta de recursos económicos sumada a la apatía por visitar un médico, le trajo consecuencias lamentables.
Y es que para ella, la falta de su periodo menstrual resultaba algo común en su ciclo de mujer, mientras que las náuseas mañaneras le parecían algo pasajero y los “atracones” durante la noche, eran el motivo del aumento de tamaño de su vientre.
Un día se despertó con un fuerte dolor de cabeza y cuando intentó incorporarse de la cama, se le nubló la vista y sufrió una hemorragia; ni siquiera su esposo estaba enterado del embarazo que por la falta de atención médica, terminó en una preclampsia que ocasionó la pérdida del bebé y a los pocos días, acabó con la vida de María.
De acuerdo con el departamento de Salud Reproductiva de la Jurisdicción Sanitaria Número Dos, historias de esta naturaleza se repiten cuando las mujeres no tienen la suficiente información ni conciencia sobre la importancia de un embarazo y todos los riesgos que éste conlleva.
Según indica la responsable de la dependencia, Rosa Lilia López, es común ver en consulta médica a mujeres en sus últimas semanas de embarazo o incluso en el día del parto y que hasta entonces, no habían acudido a revisión.
En otros casos, las embarazadas no han seguido el control adecuado ni mucho menos complementan su alimentación con la ingesta de suplementos básicos para una adecuada formación del producto.
Para un embarazo saludable, una de las primeras acciones que debe atender la mujer que desea procrear un hijo es el consumo de ácido fólico diariamente, incluso desde varios meses antes.
Esto, con el fin de evitar anemia y enfermedades cardiovasculares durante el embarazo, como la hipertensión que desencadena preclampsia y eclampsia.
En su dosis diaria, el ácido fólico también ayuda a prevenir defectos al nacimiento del bebé, además de evitar algunos tipos de cáncer como el de estómago y de colon.
Una vez que la mujer tiene alguna sospecha o sabe que está embarazada, es de gran importancia que acuda con el médico durante el primer mes de gestación al Centro de Salud o cualquier otra institución para iniciar el control prenatal.
Durante todo el transcurso del embarazo, uno de los documentos más importantes es el “carnet perinatal”, en el que se registrarán antecedentes de salud y enfermedades, factores y padecimientos de tipo hereditario, aumento de peso y el crecimiento del vientre, así como el estado de los signos vitales y desde luego, todos aquellos datos para detectar riesgos durante el embarazo.
Es conveniente acudir mínimo a cinco consultas o cuando se sienta cualquier molestia.
En definitiva, el embarazo no es una enfermedad, sino un estado de salud en el que la mujer requiere de atención y ciertos cuidados, sobre todo en la rutina diaria, ya que su cuerpo presenta una serie de cambios físicos, psicológicos y hormonales, naturales en esta etapa de la vida.
Es importante cuidar la alimentación, de ahí que no se recomiende comer en exceso, sino adecuadamente y de manera balanceada, incluyendo frutas, verduras, cereales y leche.
De igual manera, debe poner atención a su aseo y descanso, pues conviene dormir bien, el baño diario y cuidar la limpieza de los dientes, pues es más propensa a contraer caries.
El control médico no termina con el nacimiento del hijo, sino que la mujer debe acudir a consulta los días siete, 28 y 42 posteriores al parto, además de vigilar el sangrado y ante la presencia de cólicos intensos, fiebre o depresión severa por más de 48 horas, acudir al médico.
Señales de alarma
Durante un embarazo, los siguientes síntomas se consideran señales de alarma y requieren la atención médica:
Hinchazón de manos, cara, piernas y pies.
Presencia de sangre o cualquier flujo vaginal.
Dolor de cabeza y abdominal.
Vista nublada o zumbidos en los oídos.
Fiebre o escalofrío.
Ardor al orinar o poca cantidad de orina al día.
No aumento de peso.
Ausencia de movimientos del bebé.
Ataques o convulsiones.
Venas varicosas muy grandes.
Endurecimiento del vientre antes de la fecha del parto.
Factores de riesgo
Los factores de riesgo que pueden agravar un embarazo son:
Baja estatura.
Ser menor de 20 años o mayor de 35.
Embarazo por primera vez.
Enfermedades como hipertensión o diabetes.
Abortos anteriores.
Más de tres hijos continuos.
Fumar, ingerir bebidas alcohólicas y/o consumo de drogas.
FUENTE: Departamento de Salud Reproductiva