EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

El diagnóstico

Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“El extremismo político incluye dos ingredientes primordiales: un diagnóstico excesivamente sencillo… y la convicción de que hay villanos identificables detrás de todo”.

John W. Gardner

En realidad el diagnóstico que Pemex y la Secretaría de Energía presentaron ayer no contiene información nueva. Quienes se han preocupado por conocer la situación de Pemex y de la industria petrolera en nuestro país ya estaban conscientes de sus problemas desde hace tiempo.

Pemex está cayendo con rapidez en el escalafón de las empresas petroleras mundiales. De ser la sexta del mundo en 2000, pasó a ocupar el undécimo lugar en 2007. Y el deterioro continúa. En 2007, la producción de crudo de la paraestatal fue de 3 millones 87 mil barriles diarios. En los dos primeros meses de 2008 la cifra se redujo a 2.94 millones.

El descenso tenderá inevitablemente a acentuarse. Aun si hoy mismo comenzáramos un programa acelerado de inversión, tardaríamos años en empezar a revertir la situación. Pemex tiene el nivel más bajo de reservas del mundo en comparación con su nivel de producción. Pero además el nivel de las reservas está cayendo porque, al contrario de otras empresas del mundo que están restituyendo el cien por ciento sus reservas probadas —esto es, que encuentran una cantidad de hidrocarburos similar al que producen— nosotros apenas estamos restituyendo un 50 por ciento. Al cierre de 2007, México contaba con reservas sólo para 9.2 años de producción; apenas en 2000 teníamos 13.3 años de reservas.

De no haber un cambio radical en esta situación, en unos cuantos años más México se convertirá en importador neto de petróleo crudo. En ese momento se habrá conseguido la privatización que están defendiendo Andrés Manuel López Obrador y los grupos políticos que se oponen a una reforma energética: la de depender de la producción de otros países para satisfacer nuestra demanda de hidrocarburos.

En contraste con el petróleo crudo, la producción de gas natural ha venido subiendo en los últimos años. En 2002 México tuvo una producción de 4,423 millones de pies cúbicos al año. En 2007 la cifra había aumentado a 6,058 millones. Esto sólo fue posible, sin embargo, a través del desarrollo de los campos de gas de la Cuenca de Burgos a través de contratos con terceros. La producción en Burgos, de hecho, ha aumentado 40 por ciento desde 2003 para alcanzar un nivel de 1,412 millones de pies cúbicos al día. Pero son precisamente estos contratos con terceros los que el PRD y otros grupos políticos pretenden impedir en el petróleo crudo.

Como prueba de que no es posible cambiar la situación de la industria de energía de un solo golpe, el fuerte aumento de la producción de gas natural, que ha sido de 29 por ciento entre 2000 y 2007, ha sido insuficiente para compensar un aumento de 38 por ciento en el consumo de este combustible, el más limpio de todos los disponibles y el cual se emplea especialmente para la industria eléctrica. En consecuencia, las importaciones de gas natural siguen en aumento.

Desde 1979 México no ha construido una sola refinería en el país. Esto es consecuencia en parte de que los márgenes de rentabilidad de las refinerías son muy bajos en comparación con el petróleo crudo, lo cual ha obligado a Pemex a usar el dinero que tiene para el producto más rentable, que es el crudo. Mientras tanto, la ley prohíbe la inversión privada o la coinversión en refinerías en México. Las consecuencias han sido un aumento de la importación de gasolina y la inversión de Pemex en una sola nueva refinería, pero en Texas y no en México, en una coinversión con la petrolera privada Shell. La refinería de Deer Park, Texas, de hecho, es la única de Pemex que gana dinero. Todas las demás pierden.

El Gobierno de la República ha rechazado que pretenda realizar una “privatización” de Pemex. En otras palabras, no tiene la intención de vender las instalaciones de la empresa que, por otra parte, poco valen en el mercado petrolero internacional. El PRD y sus aliados políticos, a sabiendas de la impopularidad del término “privatización”, han empezado una campaña desde hace meses diciendo que cualquier inversión privada en cualquier actividad de la industria petrolera equivale a una privatización y por lo tanto es una traición a la patria. Jesús Reyes Heroles, el director de Pemex, ha respondido con la idea de que, en lugar de privatizar, lo que hay que hacer es fortalecer a Pemex.

Y quizá pueda uno coincidir con la idea. Claro que es conveniente fortalecer a un Pemex que se ha venido debilitando. Pero esto simplemente y sencillamente no se puede hacer sin inversión.

Lo lógico es que Pemex utilice todos los recursos que tenga disponibles para invertir en aquellas actividades en las que es más competitivo. Pero la experiencia del aumento en la producción de gas nos demuestra que no debemos cerrarnos, por un dogma ideológico, a la inversión privada en donde ésta pueda ser necesaria y ayude a mejorar el nivel de vida de la población mexicana.

LA INICIATIVA

Ya está el diagnóstico, pero no la iniciativa. Al parecer el Gobierno del presidente Calderón no quiere presentar una propuesta si ésta sólo servirá para que lo ataquen priistas y perredistas. La verdad es que cualquier experto en la industria petrolera sabe lo que hay que hacer para renovar la producción en México. Pero como esta solución incluye necesariamente cuando menos una dosis de flexibilidad en las actuales reglas de inversión, nadie se atreve a presentar la iniciativa.

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 341313

elsiglo.mx