Se pudiera pensar que sólo existen adicciones a la bebida, al tabaco o a la comida. Sin embargo si tomáramos en cuenta sólo éstas, se dejaría de lado otro tipo de adiciones que muchas de las veces creemos que no son tales y las tratamos como algo diferente o ajeno a cualquier situación adictiva.
Quién no ha escuchado frases como: “Si me dejas me muero”, “La vida sin ti no es lo mismo” o “No me alcanza el tiempo”. Todas estas frases muchas de la veces nos hablan de algún tipo de dependencia psicológica a la persona o al empleo que en todas las relaciones se da, sean estas laborales, amorosas, etc. El problema se presenta cuando esta dependencia es extrema y se llega a una adicción.
Pero ¿Por qué se da que una persona sea adicta a otra? ¿Por qué las personas no podemos dejar de pensar en el trabajo, a pesar de estar tendidos en la cama dispuestos a dormir? Si bien es cierto que se requiere compromiso dentro de la relación, ésta no debe exceder una cantidad de tiempo que no nos permita desarrollar otro tipo de actividades necesarias para el ser humano, como la diversión, la convivencia o el descanso.
Una de las razones por lo que esto sucede es el miedo a la soledad, que implica estar con nosotros mismos, darnos cuenta de nuestras carencias, debilidades y habilidades, lo cual nos permitiría conocernos más y por consiguiente aceptarnos con nuestras virtudes y defectos. Sin embargo envueltos en una sociedad que nos dice que lo mejor está fuera de nosotros, las necesidades se proyectan al exterior y se buscan en los trabajos o en las relaciones, dotando a éstos de expectativas poco reales y por lo tanto irrealizables.
Tomaríamos por ejemplo el caso de la persona que a pesar de saber que su pareja la engaña con múltiples personas, no es capaz de darse cuenta que su relación está lejos de ser satisfactoria y aún continúa con ella. O en el caso laboral de individuos que vierten todas sus necesidades emocionales en el empleo, queriendo ser siempre los primeros a costa de todo con el fin de ser admirados y aceptados por los demás cuando ellos mismos no se aceptan.
Es por ésta y muchas razones más por las que es necesario hacer una reflexión sobre cuáles son nuestras verdaderas motivaciones en la vida, lo que nos lleva a querer tal empleo, a tal o cual persona, así como saber priorizar lo que es importante para nosotros, ya sea la salud, el bienestar económico, el prestigio, la convivencia, etc.
Aprovechemos pues este inicio de año para realizar esta labor, considerando ante todo la congruencia entre lo que sentimos, hacemos y pensamos.
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