Por lo general estas dos palabras son consideradas sinónimos o incluso se usan indistintamente para referirse a una persona cuando ésta quiere poseer los bienes económicos, emocionales o personales de otro individuo. Sin embargo existen diferencias importantes entre una y otra.
Nos referimos a los celos cuando alguien está interesado en algún aspecto en particular de la otra persona o en tener las atenciones y el cariño de ésta. Yo pudiera celar al compañero de trabajo de mi esposa debido a que las pláticas que mantienen son cercanas y logran identificarse en algunos aspectos porque los dos comparten, por ejemplo una profesión, o un deporte en particular que no necesariamente tendría que compartir yo.
La envidia por su parte basa su principio en la posesión y ver al otro como un objeto, en el mismo ejemplo hablaríamos de que yo no aceptaría la amistad de mi esposa y me encargaría de criticar y devaluar la amistad entre ellos intentando “destruir” la relación de amistad que existe entre ellos.
Desde luego suena muy pretencioso que lo que yo desee se cumpla sin tomar en cuenta los deseos e intereses del otro. Sin embargo el problema estriba en que muchas personas identifican la envidia como si fueran celos, por lo tanto interpretarían el deseo de posesión como una virtud o muestra de cariño de la pareja y no realmente lo que es, en otras palabras, pensar que son queridas cuando en realidad son vistas como un objeto.
Como éstos hay miles de ejemplos y no sólo se dan en el ámbito de la pareja. Tal como lo vemos en la relación padres e hijos, la madre envidia la belleza la capacidad y la juventud de la hija, para lo cual hará “la vida de cuadritos” a la hija aduciendo que es incapaz para mantener un trabajo, una relación o incluso hacerse cargo de sí misma. Lo que esta madre hace es destruir la independencia de la hija, por lo que ella vuelve a vivir su juventud en el cuerpo y mente de la hija.
Los celos pues tienen la característica de tener el interés y la preocupación por el otro lo que llevaría a un amor maduro donde se ven las virtudes y defectos de la persona y la envidia sólo consideraría los aspectos que son importantes para la utilidad del individuo que tendrá como consecuencia un enamoramiento más que al amor.
Pudiera usted pensar que estos ejemplos son dramáticos mas sin embargo pasan más comúnmente de lo que usted y yo pensaríamos. Basta escucharlo en las palabras que se utilizan comúnmente como “te tengo envidia de la buena” “vas a ser la envidia de la fiesta” para darnos cuenta que en el lenguaje coloquial encontramos que el producir envidia o generar envidia es deseable o incluso de estatus, sin darnos cuenta que se crea un daño al vernos a nosotros mismos como un objeto de consumo y no un sujeto capaz de compartir.
Envueltos en un mundo cada vez más cercano a la mercadotecnia de las emociones, de vernos como productos en venta, de que lo que tenemos es lo que valemos, los invito a reflexionar sobre lo que verdaderamente vale en la vida y si el envidiar o ser envidiado nos llevará a alguna parte. O en su defecto si los celos o el interés mostrados en ellos permiten tener relaciones más preocupadas por la integridad y la intimidad, tan carentes hoy en día donde las emociones, los pensamientos e incluso la vida misma está en venta.
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