Contestar esta pregunta resulta más sencillo de lo que parece, ya que sólo tendría que contestar cuando lo sienta. Sin embargo esta respuesta en apariencia sencilla se complica por los factores culturales y de aprendizaje que tenemos respecto a la psicología.
Uno de los principales de este aprendizaje es el concepto de que las personas que necesitan un psicólogo es debido a que “están locos”, o “que son débiles de carácter” y no pueden afrontar los problemas de la vida solos. Esto desde luego es lo más alejado de la realidad ya que la psicoterapia puede ayudar en la mayoría de las dificultades que aquejan al ser humano.
Un ejemplo de esto sería la persona que acaba de perder a un ser querido y busca ayuda. Generalmente esta ayuda la busca en los familiares cercanos, en el sacerdote, en los amigos o incluso en automedicarse, pero sólo el diez por ciento de la población busca ayuda psicológica. De ninguna manera estoy demeritando el soporte que puede representar el sacerdote o el amigo cercano, pero precisamente para estos casos existe un especialista llamado psicólogo, quien acompañará al paciente en un proceso de autodescubrimiento de las causas que le afligen y buscar las herramientas necesarias para salir de su estado de ánimo. Puede ser como en muchos casos sucede que la persona que perdió al ser querido se dé cuenta a lo largo de tratamiento que no sólo es la pérdida lo que le afecta, sino que además él se ha sentido menos a lo largo de la vida y no ha desarrollado esos proyectos que él hubiera deseado.
Sin embargo en una cultura consumista, acostumbrada a lo Express o a lo Light, queremos que nuestros problemas se resuelvan en una sola sesión y al menor esfuerzo posible, es aquí donde encontramos las falsas promesas de bajar de peso en dos días o solucionar tu vida matrimonial en una sesión o más aún encontrar tu felicidad con una donación económica importante.
Pero volviendo al tema que nos atañe, la persona que necesita ayuda lo experimenta y sabe que algo no está ocurriendo de manera natural, que su tristeza invade más campos de su vida, que el no encontrar pareja lo hace sentir irritable, que odiar a su jefe de esa manera no es lo más común. Esto lleva a la señal inminente que nos indica que sería conveniente buscar ayuda profesional: la angustia o ansiedad.
Esta ansiedad nos lleva desgraciadamente, en la mayoría de los casos a buscar otras soluciones como la adicción al trabajo, salir con varias parejas, tomar en exceso, etc., las cuales son sólo escapes de la realidad y que disminuyen la ansiedad pero no la solucionan.
Es precisamente esto lo que la psicoterapia realiza, localizar la causa de esta ansiedad, pero no de manera superficial, sino a un nivel más profundo, en otras palabras encontrar el problema de raíz.
Me encuentro en mi consulta privada a muchas personas que después de varias sesiones de tratamiento me dicen que no se imaginaban la terapia así, que ellos pensaban que les iba a dar consejos, o a decirles cómo resolver sus problemas, y se dan cuenta que ellos van entendiéndose mejor y se van sintiendo con la capacidad de intentar nuevas cosas y enfrentar poco a poco sus miedos.
Otra dificultad muy común que nos encontramos para no asistir a psicoterapia es el aspecto económico, ya que decimos que ese dinero invertido en terapia lo puedo gastar en unas vacaciones, en un buen regalo, en una fiesta para fulanito, etc. Lo cual me parece muy válido, lo que creo es que hay que poner en una balanza y determinar cuáles de estas cosas son efímeras y cuáles son los beneficios que un tratamiento puede ofrecer al individuo, al saber cuál es la raíz de su problemática y conocer las herramientas para salir adelante.
Estoy de acuerdo que uno de los males que aquejan a nuestra sociedad es responsabilizar al otro de nuestras desventuras, sin embargo creo que ese aprendizaje se puede modificar, ya que así como se aprendió, puede ser reaprendido.
Invito a las personas con necesidad de autoexplorarse o de encontrar las causas de sus conductas que les causan dificultades a buscar un tratamiento, buscando a personas profesionales y certificadas que su experiencia los avale y no a charlatanes que con una sola sesión o una plática con los ángeles esperan resolver nuestras conductas aprendidas a lo largo de los años.
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