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EL DIVAN / LA SOLEDAD

LIC. JOSÉ ANTONIO MIRANDA HERNÁNDEZ

Existe un temor en nuestra sociedad actual denominado soledad. Gran cantidad de personas lejos de asumir esto como algo normal y cotidiano dentro del desarrollo del individuo se le ve como algo que se le tiene que evitar. Se evita ingiriendo alcohol, teniendo reuniones sociales superfluas, amistades de momento e incluso con adicciones como el trabajo. Pero ¿Por qué es tan difícil tolerarla? ¿Qué implica que un individuo tolere e incluso acepte su soledad? En principio el término asusta ya que socialmente se interpreta como no tener a nadie o incluso no ser querido, lo cual en la actualidad es algo no deseado, debido a que lo que se busca es ser aceptado por los demás, ya que a la larga nos llevará a cumplir con los parámetros del ‘éxito’. Todos los seres humanos pasamos por crisis a lo largo de la vida, y no se habla aquí de las crisis económicas, sino de las que son propias del individuo. Un ejemplo de esto es la crisis adolescente donde se tiene que ganar identidad e independencia de los padres, o crisis de la edad adulta, en las que la persona debe de superarla ganando intimidad y pasando a un plano secundario en la vida de sus hijos y ya no el protagónico que se requiere al entrar a los 30. Sin embargo estas crisis las evitamos al máximo ya que interpretamos el asumir la soledad como algo malo. Pero es precisamente esta soledad la que nos permite hacer una introspección y ver en qué cosas estamos funcionando y en qué otras tantas no. Utilizando otro ejemplo hablaríamos de que si yo tengo una crisis matrimonial, ésta es una gran oportunidad para mejorar la relación, sólo si yo me analizo y veo mis errores y trato de corregirlos. Esto sólo lo produce la soledad, en otras palabras sólo escuchándome a mí mismo voy a saber lo que verdaderamente necesito. Un problema que yo encuentro muy grave actualmente es que este miedo a la soledad lo heredamos y lo ‘pasamos’ a la siguiente generación, fomentando las conductas evitativas como el tomar en exceso o caer en vicios que no vemos como tales como el trabajo, la adicción a las relaciones, así como no tomar en cuenta lo que sentimos y hacerle caso a lo que otros opinan sobre lo que nosotros necesitamos. Invitaría pues a que reconozcamos nuestra soledad como algo de nosotros mismos sacándole el mayor provecho posible, asumiendo que una crisis es una oportunidad de crecer, no usándolo como spot publicitario de programa de gobierno, sino como una formación personal que nos ayudará a entender un poco más la raíz de nuestros problemas. Mi correo electrónico:

jose.mirandah@uvmnet.edu

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