Es muy común escuchar que mujeres cercanas sufren algún tipo de violencia tanto física como verbal, sin embargo muchas de las ocasiones no logramos dimensionar el problema como tal y lo atribuimos a problemas conyugales, a un momento de crisis o simple y sencillamente porque así son las cosas.
Nada más alejado de la realidad, un dato revelador indica que el 80 por ciento de las mujeres en México vive o ha vivido algún tipo de violencia de parte de algún hombre, lo cual nos habla que ocho de cada diez mujeres ha vivido en carne propia la violencia.
Quizás pensemos en este momento en la vecina que fue golpeada por el marido la noche anterior, o la prima que discutió fuertemente y fue insultada por el esposo, el problemas es que esto no sólo es violencia, sino tan sólo una de sus formas. Violencia es también el hombre que chantajea a su mujer estando separados y le dice que “cómo se van a separar”, “cómo va a dejar a sus hijos sin un padre” o el novio que le dice a la novia cuando va a salir con sus amigos que le tiene confianza a ella, pero no a sus amigas. Ejemplos como éstos abundan sin embargo pasan desapercibidos a los ojos del observador por lo cotidiano y lo común, pero no por ello dejan de ser violentos, ya que la violencia implica la presencia de un “arriba” y un “abajo”, real o simbólico y el principio de estos ejemplos es pensar que como hombre se es más que la mujer por el simple hecho de ser hombre.
Entonces ¿ésta es la causa de que muchas mujeres en México toleren vivir una situación de violencia por tantos años? Los que pensamos en que la violencia doméstica es un problema social pensamos que sí, ya que somos seres que aprendemos a resolver nuestros problemas de manera violenta, o dicho en otras palabras no nacemos violentos, sino que aprendemos a través de las conductas que observamos diariamente a que las cosas se resuelven con violencia.
Algunos ejemplos serían la maestra de escuela que le grita a los niños porque ésa es la manera de que la respeten y por consiguiente de enseñar o el jefe que humilla a su empleado aduciendo que se merece respeto así como el padre que le dice al niño que no llore porque “llorar es de viejas”. Este último revela dos situaciones, la violencia al no permitir al niño expresar sus afectos y el papel de debilidad y devaluación que se le endilga a una mujer.
El caso de que la mujer no salga de su casa después de ser humillada y socavada durante varios años no se responde diciendo que la mujer le gusta que la maltraten o que es masoquista o que las mujeres son cómodas. Desde luego que no son las respuestas, sino el hecho de que se queda porque existe una presión social hacia la mujer que decide no tolerar la violencia, porque se vuelve mala al dejar a su familia, a sus hijos, porque la amiga le dice que tolere al esposo, y más aún porque la madre le dice que es “la cruz que le tocó vivir” y que el hombre tenga una aventura es justificado, ya que así son los hombres. Esto finalmente es lo que orilla a una mujer a seguir tolerando la violencia, debido a la enorme presión social que se ejerce sobre ellas desde incluso antes del nacimiento.
Pudiera parecerle al lector una exageración, pero los invito a reflexionar sobre el tema, sólo basta ver socialmente cuáles son las películas infantiles más famosas de todos los tiempos: La Sirenita, La Cenicienta, Caperucita Roja, La Bella Durmiente, que son películas bellísimas y que ilustran enormemente a los niños y niñas, ni duda cabe, pero que finalmente llevan implícito un mensaje para nuestros pequeños(as): Que las mujeres para salvarse o ser alguien en la vida necesitan de un hombre que las salve y las proteja ya que ellas son débiles y desvalidas.
A pesar de todo esto los hombres también hemos sufrido los desventuras de la violencia, pero ésta la abordaremos en otro artículo. Por el momento los invito a reflexionar sobre el tema y aprovechar para felicitar a las mujeres por su día, y sobre todo a aquellas mujeres que luchan por un mundo mejor en donde exista lugar para la equidad, ya que es la única manera de tener un mundo con mayor tolerancia y respeto.
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