Es deseable en nuestra vida diaria hacer un alto en el camino y evaluar nuestros actos a la luz de una autocrítica siempre con el fin de crecer como persona y aprendiendo de los errores cometidos. Esto desde luego sería lo idóneo en cada ser humano, sin embargo esto no sucede con la frecuencia necesaria.
Generalmente lo que ocurre con el ser humano es lo contrario, es decir no autoevaluarse sino criticar al otro en sus emociones, sentimientos o conductas.
De hecho encontramos que actualmente los programas de televisión con mayor rating son los que se dedican a hablar de los artistas, no de los datos importantes de ellos, sino más bien de su vida privada, en otras palabras los programas de “chismes”.
Estoy de acuerdo que existe un sector de la población preocupado por la auto evaluación, por informarse, por cultivarse leyendo un libro, pero desgraciadamente este sector de la población es muy poco, aproximadamente el diez por ciento.
Estos datos nos hablan de que estamos inmersos en una cultura que lo que vende es el hablar del otro, y no precisamente lo bueno sino lo malo.
¿Pero por qué sucede esto? La respuesta más bien es compleja y no sólo ocurre en México, sino en la mayoría de los países, en especial la cultura occidental que está hasta cierto punto predispuesta a esto.
Intentando dar una explicación al fenómeno nos topamos con que los seres humanos somos seres en constante cambio y desarrollo, con sus consecuentes crisis que generalmente se dan al momento de tomar una decisión, tal como casarse, decidir vivir en pareja, elegir una carrera, o escoger qué estilo de vida tomar, etc.
Todas estas decisiones aunadas al desarrollo, como el dejar de ser niño para ser adolescente, o el dejar de ser adolescente para ser adulto conllevan a una situación de angustia que se supone lleva a que el ser humano desarrolle nuevas habilidades y ponga en práctica las ya aprendidas hasta el momento para superar la crisis y seguir creciendo.
Un ejemplo de lo anterior sería el adulto joven que decide ir a trabajar lejos de su ciudad con el fin de brindar a su esposa e hijos(as) un futuro mejor, dejando de lado las comodidades que brinda el hogar. Desgraciadamente las crisis, y más en la cultura mexicana parecen llegar para quedarse y no superarse. Ejemplos de éstos abundan: el adolescente que elige tres carreras y no termina ninguna o el adulto maduro que acude a antros de jovencitos(as) de la edad de sus hijos(as), buscando el amor de su vida.
Todo esto nos lleva al origen de la crítica, ya que siempre será más fácil criticar al otro que asumir mi responsabilidad con mis actos, debido a que hacerme responsable me llevaría a crecer y por consiguiente abandonar mi área de comodidad, que si bien no me lleva a crecer o madurar si me lleva a no esforzarme y a sobrellevar las cosas. En otras palabras, es más fácil criticar al otro que criticarme a mí, porque no es conveniente ver mis defectos que me llevarían a crecer.
En alguna ocasión un colega psicólogo me comentó que en la cultura mexicana no todo era desolador, como en el caso que estamos tocando, y estoy totalmente de acuerdo con eso ya que tenemos una creatividad increíble así como la cooperación ante desgracias mayúsculas como lo fue el terremoto del 85, entre otras.
Pero, definitivamente para crear una mejor sociedad debemos incluir, desde mi punto de vista, la evaluación periódica de nuestros actos de manera objetiva, no con el fin de flagelarnos o ser demasiado indulgentes con nosotros mismos, ya que en la medida que esto pase, la tolerancia al otro, el respeto por las decisiones que no compartimos así como la convivencia sana con ideologías diferentes nos llevará a crecer y desarrollar a nuestros individuos, quienes cada vez más somos bombardeados con programas televisivos que no llevan sino a crear una sociedad vacía y deseosa de inmiscuirse en los asuntos de los demás dejando de lado lo verdaderamente importante y lo único que podemos cambiar que es nuestra forma de percibir la vida.
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