Como todo en la vida no es malo ni bueno, lo que constituye algo negativo es la cantidad de tiempo que se le invierte impidiendo o dejando de lado otras actividades, es decir el abuso.
Se habla de que los niños y en general las personas que utilizan los videojuegos desarrollan actividades como la memoria, la inteligencia, la capacidad motora, entre otras debido a que se utilizan estas capacidades durante el juego y que incluso sirven para bajar calorías ya que los juegos incluyen movimiento. Está comprobado científicamente que sí estimulan áreas del cerebro, sin embargo habría que tomar en cuenta algunos puntos. Por ejemplo este tipo de aparatos promueven el juego en solitario, ya que en pocas ocasiones se da en conjunto, lo que hace que la persona que lo practica no desarrolle habilidades sociales, tales como la convivencia, el compañerismo, la preocupación por el otro y sobre todo la empatía.
Muchos estudios reflejan que en la actualidad para que un individuo crezca sano, no sólo es necesaria la capacidad intelectual sino la habilidad emocional para resolver sus problemas que presenta la vida cotidiana, por lo que habría que preguntarse si es más benéfico desarrollar la cuestión intelectual o la emocional. Definitivamente creo que se trataría de desarrollar las dos, pero la tendencia actual apunta a desarrollar sólo la intelectual y no la social, aunque el mundo actual demande más actitudes sociales como el altruismo, la convivencia y la comentada empatía.
En la actualidad me encuentro en la consulta padres de familia que me comentan que sus hijos, principales usuarios de los videojuegos, invierten alrededor de dos a tres horas diarias en esta actividad, lo que desde luego les preocupa ya que se vuelve una actividad adictiva que no permite desarrollar otras tareas. ¿Dónde habrán quedado los tiempos del balero, del trompo, de las canicas en la que lo importante era convivir, tener amigos, disfrutar de la compañía? No se trata de decir que “los tiempos pasados fueron mejores”, pero en esta vorágine de la tecnología, de la lucha por ser mejores y de la educación para competir y ganarle al otro, se deja de lado los valores y los principios que bien utilizados provocarían una sociedad más preocupada y ocupada por el otro y por consiguiente más humana y receptiva a las necesidades del otro.
Hay que recordar que la niñez es una etapa importantísima para la formación del futuro adulto, lo que se aprende en ella ya no se olvida. Que mejor entonces que preocuparnos por brindarle a nuestra niñez y juventud una educación de acuerdo a las necesidades reales de los individuos, si dando tecnología, competencia, pero sin pasar por alto la tolerancia, el respeto por el derecho de los demás así como la sana convivencia
Los invito pues a reflexionar un poco sobre el tema, a comprometernos de a poco con las necesidades sociales que se tienen y fortaleciendo nuestra comunidad, para no quejarnos en el futuro de la sociedad en la que vivimos.
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