EL ÁREA QUEDÓ como campo de guerra. Pedazos de cemento y de varilla corrugada se ven tirados por todas partes. Después del fatídico domingo, los lugareños vuelven a su diaria rutina, pero ya sin tener a la vista la gran mole de cemento que casi cayó en el primer intento, pero que ahora ha desaparecido totalmente.
ESPECIALISTAS EN DEMOLICIÓN tuvieron que detonar doscientos kilogramos de dinamita, para borrar y quitar de la vista de los habitantes de la Ciudad de Torreón, la grotesca obra llamada irónicamente Distribuidor Vial Revolución, el ya famosísimo DVR por sus iniciales. De esta manera el domingo pasado se pudo finalmente quitar a la mirada de todos, lo que fue una vergüenza, burla y ultraje a la ciudad y sin antecedentes históricos similares.
EL ESPANTOSO E INÚTIL mamotreto construido para que algunos vivos hicieran su gran negocio, cayó al fin por los suelos ante el desconcierto y confusión de todos.
QUEDA PENDIENTE mandar recoger los escombros, cortar las varillas y transportar los materiales a un tiradero lejos de la vista de los ciudadanos. El daño ya fue hecho y los contratistas de la obra disfrutan a placer de sus ganancias como contratistas.
PERO TAMBIÉN QUEDAN algunos pendientes respecto de este asunto y cuyo avance y resolución dependerán única y exclusivamente de la sociedad civil. Ello permitirá llegar a identificar a los que construyeron el adefesio y a los funcionarios públicos que permitieron su construcción vía la tolerancia, omisiones y la consagrada “mordida”. De esta manera se les podrá llegar a fincar las responsabilidades civiles y penales que están establecidas en la Ley.
EL ADEFESIO se construyó con el dinero de todos, y también fue demolido con el dinero de todos. Los bandidos que lo construyeron no tuvieron ni siquiera la delicadeza que tiene el gato que tapa con arena su porquería. Estos señores dejaron el adefesio exhibiéndolo y sin la más elemental elegancia, de que ellos mismos asumieran por su cuenta la demolición. Y es que de no llegarse a aplicar el derecho vigente en este penoso caso del DRV, el síndrome de la impunidad en nuestra comunidad se quedará para siempre.
EN ESTAS LÍNEAS nos hemos hecho en repetidas ocasiones las siguientes preguntas: ¿En dónde quedó el orgullo de los fundadores de esta Comarca? ¿En dónde su espíritu de lucha y combatividad ante el atropello y la injusticia? ¿En dónde su solidaridad frente al abuso y la corrupción?
LO MÁS SEGURO es que como siempre, no pasará nada. Los bandidos que construyeron el fatídico DVR no serán llamados a comparecer ante la justicia para responder por su conducta fraudulenta. Es más, ni siquiera serán boletinados como constructores delincuentes para que no hagan otro adefesio en otros municipios del país.
PERO QUE EL FATÍDICO DVR nos sirva de experiencia para que el día de mañana cuando se haga otra obra municipal o estatal, la ciudadanía se manifieste alerta y participe de una u otra manera, en los proyectos. Que la comunidad sepa y conozca quiénes son los constructores, cuál su currículum, y más que nada, sus antecedentes como empresarios serios y responsables.
HABRÁ QUE PENSAR qué se va hacer en aquella zona de desastre y qué tipo de obra o vialidad será necesaria; quiénes la harán y lo que es más importante: habrá la necesidad de vigilarla con lupa y minuciosamente, las manos de los políticos, que como dicen los magos de las carpas, son más rápidas que la vista.
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