El ejercicio nos hace más inteligentes
Estudios en adultos mayores encontraron que ejercitarse mejora la memoria.
¿Qué tal si pudiera mejorar su memoria y su humor, disminuir su estrés, controlar sus hormonas y revertir el proceso de envejecimiento, todo sin necesidad de ningún medicamento? Pues todo eso es posible con una cura milagrosa: el ejercicio. “Si el ejercicio viniera en forma de píldoras, sería la noticia de todas las primeras planas, anunciada como el medicamento del siglo”, escribió John Ratey en Spark: The Revolutionary New Science of Exercise and the Brain (La revolucionaria ciencia nueva del ejercicio y el cerebro).
Según Ratey, profesor adjunto de psiquiatría en Harvard, el cerebro es el principal beneficiario del ejercicio; los beneficios para el cuerpo son sólo un “efecto secundario”.
Ratey utilizó evidencia de los campos de la neurociencia, la epidemiología, la kinesiología y la psiquiatría, así como de algunos de los casos que ha visto en su ejercicio profesional.
“Encontré que el ejercicio es el mayor promotor de los factores de crecimiento en nuestro cerebro, específicamente del padre de todos los factores de crecimiento, llamado factor neurotrófico derivado del cerebro (FNDC), al que llamo MiracleGro porque es como fertilizante para el cerebro”, dijo Ratey.
Para tratar desde Alzheimer y TDA hasta trastornos relacionados con el humor y la menopausia, afirma Ratey, el ejercicio es crucial para mantenerse sano y feliz. La mayoría de los estudios sobre los efectos del ejercicio en el cerebro se han realizado en poblaciones de adultos mayores, en las que se encontró que mejora la memoria y mantiene las funciones cognitivas. No obstante, se han realizado nuevos y prometedores estudios para determinar los efectos positivos del ejercicio en los niños.
Ratey comenzó su libro relatando la historia del distrito escolar de Naperville, que alteró radicalmente su postura en materia de educación física. Dejaron atrás las actividades físicas moderadas para darle cabida a otras más demandantes.
Y ya no aplican exámenes sobre las dimensiones de una cancha de volibol; en lugar de eso se centran en mantener los ritmos cardiacos en los niveles deseados.
El resultado fue un distrito escolar en el que los niños no sólo tienen una buena condición física, sino también mejores calificaciones y menos medidas disciplinarias.
“La mayoría de las clases de educación física están enfocadas en el deporte y no en la condición física individual, y eso es gran parte del problema”, dijo Ratey.
No resulta tan sorprendente que la misma actividad aeróbica que es beneficiosa para nuestros cuerpos también sea buena para lo que hay detrás de nuestros oídos.
Pero si el ejercicio es “medicina para el cerebro”, como lo llama Ratey, entonces resulta un misterio que no lo estén recetando más doctores y que no haya más gente aprovechando esta simple cura.
Quizá esto se deba a que tenemos la cultura de que las pastillas resuelven nuestros problemas, y no podemos confiar plenamente en que nuestros cuerpos se curen a sí mismos.
Entonces, si el ejercicio nos hace más inteligentes, alertas y alegres, ¿puede suceder lo contrario si seguimos descendiendo por el camino de la holgazanería? “Sí. Menos motivados, más deprimidos, más estresados, más ansiosos y más adictos”, dijo Ratey.
“Ya estamos ahí, y entre más sedentarios nos volvamos más aumentarán las probabilidades de que no salgamos de ahí”.