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El fin anticipado

No hagas cosas buenas...

Enrique Irazoqui

La semana pasada, amén de la fortuna de volver a ver correr el agua por el lecho seco del río Nazas, la nota obvia fue el enfrentamiento que vivieron alrededor de 50 policías municipales que se fueron a encarar con la Federal Preventiva a horas de la madrugada del lunes 8 del presente mes.

El resultado del enfrentamiento tiene ahora a 35 personas de la Municipal arremetidas en la cárcel, y un juez ha determinado que existen elementos para llevar un proceso penal en contra de 35 miembros pertenecientes a la Dirección de Seguridad Pública Municipal.

Era ya de todos conocido que ciertamente la Policía local tenía una fuerte infiltración de la delincuencia organizada, cosa común en todo el país, pero en el caso particular de Torreón el grado de participación era ya desbordante, y había que hacer algo al respecto, cosa que de sí era ya peligrosa para cualquiera, conociendo los alcances con los que cuentan los criminales.

Sucedió entonces el lamentable hecho de la pelea entre federales y locales, con saldo incluso de un muerto y los 35 detenidos. Y fue con ello que se reventó de manera pública que la Policía de Torreón sencillamente estaba desbaratada.

Transcurrieron las primeras horas de aquel lunes y las autoridades municipales no atinaban a dar una respuesta al absurdo comportamiento de los guardianes del orden, que se habían aglutinado para pedir la liberación de vendedores de droga. Por la tarde, el alcalde despedía a Castellanos como primera acción. Hubo quien criticó la decisión, porque un criterio señalaba que el director debería permanecer en su puesto para que se llevaran a cabo las investigaciones.

Pasaron los días y el presidente municipal no hallaba cómo componer el tremendo escándalo que se le generaba a quien en sus banderas políticas, se había ostentado como el precursor de la Mejor Policía del Norte del País, y vaya lo que le resultó, terminando con sus buenas intenciones.

Aún más, José Ángel Pérez, se ha caracterizado por jamás reconocer las fallas de su Administración, y el pleito de siempre ha sido con el gobernador Humberto Moreira, a quien enfocó sus baterías acusando al Gobierno del Estado que nada hace para combatir el delito de secuestro –cosa en que tiene toda la razón Pérez Hernández- en una reacción infantil como tratando de justificarse: mi Policía solapaba el narcomenudeo, pero los del Estado hacen lo propio con los secuestradores, así suena la declaración, o entonces ¿para qué diría eso el alcalde?

La resultante de todo esto es la puntilla que parece echar por la borda la pretensión de José Ángel de ser gobernador. Si bien es cierto que es casi imposible por las condiciones existentes en México evitar una infiltración del crimen en los preventivos municipales, es obvio que en Torreón fue incluso demasiada.

Y la respuesta del aspirante a suceder a Moreira sencillamente mostró una vez más su obcecado carácter. Vaya, con dinero público se está defendiendo a presuntos delincuentes, ¿en qué cabeza cabe?

Ya tuvo una probadita con el ridículo desenlace de la controversia constitucional, y al interior de su partido, donde panistas que ayer votaron en las internas para que obtuviera la candidatura, hoy señalan que con las arcas municipales, se pretende comprar los votos suficientes en el resto del estado para ser ungido como candidato a gobernador por Acción Nacional. En la asamblea municipal para designar a los candidatos de los cinco distritos locales, Pérez no logró tener todas las posiciones que hubiera deseado.

Hoy todo parece indicar que con estas acciones el presidente municipal de Torreón tiene un final anticipado en su sueño de ser gobernador de Coahuila en 2011. El tiempo dirá si la hipótesis es correcta.

eirazoqui@elsiglodetorreon.com.mx

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