Las escenas que se vieron en la pantalla chica, en días pretéritos, no dejan lugar a dudas de la barbarie con la que son adiestrados los policías de León, Guanajuato, con el pretexto de que sepan cómo aplicar “novedosas” técnicas de cómo realizar torturas. Como si los uniformados estuvieran en pañales para no saber ensañarse contra un ser humano. Aunque en esta ocasión se diga que es para preparar al policía sobre cómo soportar un castigo máximo sin rendirse ni mental ni físicamente.
El entrenamiento es bastante ilustrativo. Un guardián del orden se sube a la parte alta de la caja trasera de una camioneta y desde ahí, acompañado de las risotadas de sus compañeros, se deja caer, al igual que el luchador conocido como el Cibernético, encima de uno de sus compañeros que caído lo recibe con la parte abdominal. De no ser un “camuco”, dado el peso del gorila que la cae encima, podría hacerle estallar las vísceras, cosa que no ha sucedido, o ¿quién sabe? Es de suponerse que es un taller de capacitación en situaciones extremas, se ignora si es para el que golpea o para el que recibe el peso corporal en su vientre. Se explica que se trata de una farsa escenificada, de lo que puede pasarle al uniformado cuando se enfrente a un hecho real y sepa cómo responder en un momento de alto estrés.
Los policías se están capacitando para resistir la tortura, no para que torturen, dijo el coordinador de los diputados del PAN, Héctor Larios. Las víctimas de estas vejaciones se someten a ellas de manera voluntaria, argumentaron funcionarios del Ayuntamiento y de la Policía de León. El director general de la Policía de León sostuvo que las torturas mostradas en los videos no violentan los derechos humanos porque no se van a aplicar contra los ciudadanos. Ese mismo funcionario calificó de simulacros encaminados a mantener en buenas condiciones mentales y físicas a un grupo de élite que integra el Grupo Especial Táctico, así como a manejar sus altos niveles de estrés.
Bien, esto no requiere comentario alguno, es lo suficientemente explícito. -Lo que creo no nos sorprendería es que haya una deserción masiva en las filas de los policías que tomarán las de Villadiego para salvar el pellejo-.
El sadismo del hombre, no tiene límites. Aquí no hay nada ficticio. ¿Que los policías se prestaron voluntariamente para torturar y ser torturados? ¡Quía!, aunque me lo juraran de rodillas, no lo creo. ¿Qué está ocurriendo? ¿Ante los ojos de todo el mundo se capacita a policías para que cometan transgresiones a la ley? ¡La tortura lo es! Aunque sea contra sí mismo. Nada la justifica. Si los miembros de una institución creada para garantizar el orden público tienen que martirizar para que sus compañeros sepan lo que van a sufrir, andamos mal en valores. Esto es, que los delincuentes actúen con maldad, es algo que está imbíbito en el quehacer criminal, por algo viven al margen de la ley. Es inaceptable que lo hagan quienes están encargados de la seguridad pública obligados a conservar el imperio de la ley.