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El inevitable regreso a clases

Rolando Cruz García

Nos volvemos a encontrar ante un nuevo ciclo escolar y nos asalta una serie de sensaciones y sentimientos encontrados; por un lado lo inevitable del regreso al trabajo y que nos implica a todos: profesores, directivos, personal de apoyo, alumnos y qué decir de los padres de familia. Por otro lado la extraordinaria oportunidad de iniciar un ciclo de formación más, en donde la escuela nos proporciona un nuevo panorama hacia el futuro, una oportunidad valiosísima de enmendar lo que, en ciclos anteriores no hicimos adecuadamente.

Con respecto a mis compañeros de profesión, se nos presenta nuevamente ante todos nosotros, desde preescolar hasta posgrado, la importante labor que desempeñamos y que cada vez más apunta al cumplimiento de nuestro compromiso pedagógico que consiste en disponer, orientar y facilitar al máximo la participación y el uso de la razón del alumno para que logre aprender. Cabe mencionar que en la actualidad ya no es suficiente con estar comprometido; es necesario implicarse, es decir, que no sólo se necesita tener puesta la camiseta, se requiere sudarla.

Para que los profesores podamos cumplir con sendo compromiso, es menester proporcionarle a la escuela un desempeño relevante ya que no se vale sólo presentarse a trabajar y ya; dicho desempeño involucra al menos los siguientes aspectos: planeación educativa, como un importante ejercicio de anticipación (todo acto educativo primero tiene que ser imaginado), planear adecuadamente y no sólo hacerlo para cumplir con entregar a la dirección el formato. Diseñar estrategias de aprendizaje acordes a los contenidos que habremos de abordar y tener la firme convicción de que las vamos a llevar a la práctica. Elaborar materiales y técnicas didácticas a realizar en el aula; y por último diseñar un sistema de evaluación que nos permita dar cuenta de los logros que tendremos con nuestros estudiantes (desde la evaluación diagnóstica, la continua, hasta los posibles exámenes que se aplicarán).

A mis compañeros directores, se les presenta la valiosa oportunidad de realizar un trabajo directivo destacado y me refiero a desarrollar todas y cada una de las actividades propias de su labor; más allá de lo tecno-burocrático, es decir, que cada función administrativa debe ser realizada con todo el sustento necesario: desde la planeación directiva, la organización escolar, la normatividad vigente (con las adecuaciones requeridas), las decisiones de dirección, así como la evaluación y el control de las actividades educativas. Finalmente nuestros directivos tienen como compromiso fundamental el de propiciar el desarrollo personal, sociocultural y tecnológico de sus subordinados.

A mis amigos de las áreas de apoyo y asistencia a la educación, les corresponde poner en condiciones las escuelas para lograr trabajar sin distractores; en instituciones limpias, con todo lo necesario para desarrollar nuestra labor, para lo cual es necesario reconocer la importancia de su trabajo; me parece que sin ellos, simplemente no se podría.

A los alumnos les corresponde, tal vez la labor más importante (no necesariamente la más sencilla) y la más bella: Aprender; y la escribo con mayúscula porque aprender y formarse se convierte en el eje, principio, fundamento y fin del trabajo educativo. Sin embargo, el aprendizaje se ha convertido en un verdadero reto (ante la explosión de la información) no sólo para los alumnos, sino para todos; ya que hay que pasar ahora de la memorización y el aprendizaje repetitivo a uno más significativo; es decir, capaz de retener la información, de reelaborarla, asociarla, aplicarla, encontrarle sentido y poder ser evocada.

Para los profesores el reto es magnífico; ya que para lograr que los estudiantes aprendan con significancia, es necesario que los diferentes contenidos programáticos (conceptos, procedimientos, actitudes y valores) sean trabajados conjuntamente; estableciendo entre ellos el mayor vínculo posible. Se ha demostrado que el aprender de esta manera es siempre un intento de dar sentido al mundo, porque permite apreciar la interrelación, conexión e integración entre la vida, la escuela, el trabajo y las cosas que le rodean.

Para lograr aprender de esta novedosa manera (nueva en México), hay que recordar que existen tres puntos de apoyo: los conocimientos previos como base para los nuevos conocimientos, la integración pertinente de los nuevos saberes en la estructura lógica y psicológica del que aprende, y la motivación del alumno para cumplir con su trabajo y comprender y profundizar en los nuevos conocimientos. De estos puntos de apoyo el que me parece más complejo de lograr es la motivación, ya que estamos hablando de un estado anímico impulsor que permite mover al estudiante hacia una realidad que difícilmente le es atractiva. Para ello es importante para el profesor trabajar los procesos correlativos a la motivación: atención, interés y esfera volitiva del alumno (actuación voluntaria).

Al iniciar un nuevo ciclo escolar, los alumnos con apoyo de los padres de familia, logran presentarse en la mayoría de los casos, con una motivación intrínseca (móvil interior que despierta interés y causa satisfacción), motivación que debemos aprovechar y no soltar mientras dure la experiencia educativa. Mi más sincero reconocimiento a todos aquellos padres que se ponen las pilas para que sus hijos lleguen a esta nueva experiencia con las menores carencias posibles.

Finalmente, les recuerdo a todos que la labor escolar y la posibilidad de empezar de nuevo, deben verse como eventos felices, lúdicos, de entrega, de dar y darse completamente; a fin de cuentas debemos aceptar que todo acto educativo es un acto de amor.

Agradezco sus comentarios a:

rolexmix@hotmail.com

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