“...se dar la patita, hacerme el muertito y estar siempre a tu lado...”
“...me gusta jugar con niños, jugar a la pelota, y que me rasquen la pancita...”
“...extraño eso, y extraño a mi familia...”
“...lo que no sé es cómo acabé aquí...”
Ésta y otras frases han empezado a escucharse en los comerciales de una conocida marca de comida para perro. Es la campaña de Adóptame y muestra una clara realidad; un perro adoptado merece la oportunidad de ser feliz. Son muy pocos los que logran llegar a una perrera ya que la mayoría muere de hambre, sed, frío y golpes en las calles de nuestra ciudad. Otros alcanzan a ser rescatados por algún alma caritativa; pero la mayoría andan en estos momentos solos, muertos de frío, hambre y sin hogar.
Ya muchas veces se ha hablado del porqué es mejor adoptar que comprar, de que hay que estar seguros de tener espacio, tiempo y ganas para un perro en nuestra vida y de que hay que enseñar a nuestros hijos a cuidarlos. Es regla general entender que un perro es una responsabilidad y no un regalo de Navidad.
Si no logramos crear conciencia y educación sobre cómo tratar a un perro seguiremos fomentando que los perros sean tratados como objetos desechables, aventados a morir en la calle o a manos de algún grupo de niños sin valores. Un perro merece un trato digno y justo, techo, comida y cuidados; no merece terminar abandonado tras las rejas en una perrera repitiéndose una y otra vez:
“...sé que soy un buen perro y sólo quiero ir a casa...”.