No llores por mí... Me diste un hogar donde cobijarme, me diste alimento y sobre todo, tu amor y tu compañía. No quiero verte sufrir. Ahora que no estoy contigo, no quiero verte triste. Deseo que cuando pienses en mí sonrías, pues así sabré que mi recuerdo te hace feliz.
Quiero que recuerdes los buenos momentos que compartimos, nuestras muestras de cariño, nuestros juegos, nuestras pláticas, nuestros momentos... y si alguna vez te defraudé, o me porté mal, perdóname.
Y, por favor, no tires mis juguetes, ni mi cama, ni mis cosas, porque en este mundo hay muchos otros hermanos que viven en soledad, tristes, sin cariño... muchos que darían su vida por compartir la tuya.
No, no lo digas, no digas que no quieres tener más animales... eso me hace pensar que el tiempo que estuve contigo no te hice feliz. Y por favor, que mi muerte no sea en vano, que sirva para que otro tenga la suerte de poder vivir y conocer lo maravillosa que es tu amistad, que conozca la verdadera “vida de perro”, y que descubra el cariño a tu lado.
No estés triste... yo no lo estoy, porque sé que guardas ese rinconcito especial en tu corazón... para mí.
Anónimo.