El único amigo absolutamente desinteresado que un hombre puede tener en este mundo interesado, que nunca lo abandonará, nunca resultará ingrato o traicionero, es su perro. El perro de un hombre permanece a su lado en la prosperidad y en la pobreza. Duerme en el suelo frío, donde soplan los vientos helados por estar junto a su amo. Besa su mano aunque no le ofrezca alimento; vigila el sueño de su amo y cuando todos los otros amigos lo abandonan, él se queda.
El perro como amigo incondicional deja que le acaricies el lomo aunque hayas tenido un mal día y moverá su cola constantemente, para que sepas que está feliz a tu lado. Te mirará cada segundo, como sólo él puede hacerlo, con ese fondo de nobleza desinteresada. Velará tus noches, tus resfriados, tus pesares y formará parte de tu vida. Y te recibirá al llegar siempre contento y feliz.
A cambio sólo pide, respeto, cobija y protección, y un poco del amor que hay en tu corazón.
Cuida a tu mascota, no permitas que muera en la calle.