Mitt Romney dio la sorpresa esta semana al ganar la primaria en Michigan, su estado natal, lo que volvió a poner en la mira de los analistas políticos a este ex gobernador de Massachussets.
Con una carrera exitosa en el mundo de los negocios, antes de meterse de lleno a la política, Romney fue director de Bain & Company, una de las firmas de consultoría de negocios más importantes a nivel mundial. Su puesto como CEO de esa compañía le ha dado las conexiones necesarias con el mundo empresarial que ha llenado las arcas de su campaña con más de 62 millones de dólares.
Hijo de políticos, su padre fue gobernador de Michigan y su madre Senadora, Mitt tuvo un rápido ascenso en la política tras dejar el mundo empresarial y luego de haber asumido con mucho éxito la conducción de los Juegos Olímpicos de Invierno de Salt Lake City, de 2002. Al respecto, Romney escribió un libro sobre su experiencia al mando de la organización de esta justa olímpica, en la que detalla cómo salvó del fracaso esta cita deportiva, mediante un buen liderazgo.
Tras dejar la dirección de los olímpicos invernales, en febrero de 2002, Romney armó una rápida campaña para contender por la gubernatura de Massachussets, misma que ganó en noviembre de ese año por una diferencia del 5% del voto. Los 4 años que duró en el cargo significaron su ascenso a la cima de la política estadounidense y la plataforma que usó este hombre para contender por la candidatura presidencial del Partido Republicano.
Pese a ser el candidato favorito de la élite económica republicana, Romney tiene una desventaja frente a sus rivales. Su familia es mormona y sus bisabuelos seguían la poligamia, misma que fue prohibida en Estados Unidos a finales del Siglo XIX. Por ello sus bisabuelos emigraron a México, donde nació el padre de Romney, de acuerdo con el periodista Thomas Burr del Salt Lake City Tribune. Debido al ruido que ha causado este dato entre algunos sectores republicanos, el pasado 6 de diciembre Romney dio en Texas un discurso titulado “Faith in America” en el que citaba, sin dar nombre, el caso de John F. Kennedy, quien en 1961 se convirtió en el primer y único Presidente estadounidense de religión católica. Al igual que tuvo que hacer JFK, Romney prometió que de llegar a la Casa Blanca no dejaría que su religión interfiriera con los asuntos del Gobierno.
Para cortejar aún más a ese sector conservador evangélico republicano, Mitt Romney cambió su postura en torno al aborto. Como candidato a gobernador, Romney estaba abiertamente a favor del derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo. Cinco años después, como candidato a la Presidencia, Romney se muestra como un “defensor de la vida”.
En la contienda por la candidatura republicana no hay nada seguro. Iowa demostró ser el Estado rebelde, el antisistema, al favorecer a las dos opciones que se presentan como los paladines del cambio: Mike Huckabee, de los republicanos, y Barack Obama, de los demócratas. Siguió New Hampshire, donde los votantes se comportaron tradicionalistas al optar por los dos candidatos del sistema: John McCain, por los republicanos, y Hillary Clinton, por los demócratas.
Mención aparte merece el Estado de Michigan, en donde Clinton se anotó una victoria simbólica, pero en donde Mitt Romney resucitó su campaña.
Esos resultados dejan en claro que en la contienda demócrata hay dos favoritos, mientras que en la republicana, hasta el momento, son 3 los candidatos que se muestran con posibilidades. Aún está en el aire cuál será la suerte de Rudy Giuliani, quien ha optado por hacer el menor esfuerzo en los estados que han empezado el calendario electoral, para concentrar su energía en la cita del 5 de febrero, cuando 22 estados votarán por poco más del 40% del total de los delegados de cada partido. En resumen, no hay que dar por descartado a nadie y Mitt Romney aún puede dar la sorpresa.
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