Los delirios de las autoridades de la muy Bolivariana República de Venezuela alcanzan cotas cada vez más altas. Tal vez porque su derrota en el referéndum de diciembre las hizo caer en la cuenta de que sus alucines no tienen tanto apoyo entre la población, ni podrán seguir siendo promovidos por siempre jamás. Además de que las carencias y escaseces que se están presentando en algunos productos, especialmente alimenticios, ya están fastidiando a la gente.
¿La respuesta? Por supuesto, buscar enemigos foráneos. Típica estrategia de un movimiento dizque revolucionario que se topa con la dura pared de la realidad. Y vaya que el Gobierno de Hugo Chávez se esfuerza por hallar enemigos fuera de las fronteras.
Claro que, de repente, algunos de esos enemigos son de lo más inverosímiles. Por ejemplo, ahora resulta que un nuevo pelele de Bush, otro peón del imperialismo yanqui, es un plantígrado pachoncito y con gorro de chef, que hemos conocido desde la infancia: el osito Bimbo.
Resulta que el embajador venezolano en México, Roy Chaderton, notificó a la Cancillería de su país que tenía información (que no dice de dónde la obtuvo) que don Lorenzo Servitje, presidente honorario de Bimbo, estaba destinando grandes cantidades de dinero a socavar la revolución bolivariana, contribuyendo a la inestabilidad de tan equilibrado régimen. Como comprobación de la existencia de esa conspiración, el embajador aporta un dato importantísimo: que cuando le fue presentado el señor Servitje, éste no le dijo “Mucho gusto” ¡y lo miró feo! Que un embajador maneje con semejante desparpajo e imprudencia informes de esa calidad suena francamente irresponsable. Pero, como suele ocurrir, aquí hay plan con maña.
Y es que Bimbo invirtió 156 millones de dólares para instalar una planta en Venezuela. Y el embajador solicita que se investiguen las posibles actividades subversivas del Multigrano de Linaza. Quizá habría que ir al fondo del asunto y enviar alguna Brigada Dignidad a interrogar al Gansito Marinela, que algo se ha de traer entre manos (o entre alas), con esa manía patológica de que lo recordemos.
No es la primera vez que el Gobierno chavista amenaza empresas extranjeras instaladas en Venezuela. Cuando Juan Carlos de Borbón le dio su sopapo verbal al tropical dictador, los venezolanos amenazaron con hurgar en lasfinanzas y declaraciones de impuestos de las empresas españolas instaladas en una ribera del Arauca vibrador.
Así pues, los ataques a Servitje y las amenazas a Bimbo forman parte de esa andanada inacabable
y permanente de la Revolución Bolivariana en contra del resto del mundo que, aviesamente, conspira para que fracase. Como si Chávez necesitara enemigos fuera de él mismo para hacer quedar en ridículo su proyecto.