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El pánico por la crisis desplazó a la euforia en los mercados brasileños

EFE

Sao Paulo, BRASIL.- Los mercados brasileños cierran hoy un año en el que pasaron de la euforia por la bonanza financiera al pánico por las consecuencias de la crisis internacional, que se ensañó especialmente con las empresas productoras de materias primas, motores de la Bolsa de Sao Paulo.

En el año, el Ibovespa, que cerró este martes en los 37,550 puntos perdió el 41.22 por ciento, mientras que el real, que llegó a ser la moneda que más se había apreciado en el mundo en los últimos años, cedió el 31.79 por ciento y el dólar, negociado ayer a los 2.33 reales en el tipo de cambio comercial, volvió a la cotización que tenía en 2005.

La rueda paulista, la que más dinero mueve en América Latina, vivió el punto más alto de la fiesta el pasado 20 de mayo cuando marcó un máximo histórico de 73.516 puntos, impulsada por el “grado de inversión” concedido a la economía brasileña por agencias calificadoras de riesgo como Standard & Poor’s y Fitch.

“Brasil vive un momento mágico”, manifestó entonces el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, respaldado también por números que mostraban la fortaleza de la moneda nacional ante el dólar, que en junio llegó a caer por debajo de los 1.60 reales, un nivel que no tocaba desde enero de 1999.

Pero el encanto se rompió un par de meses después y sumió en el pesimismo a un mercado que, como los del resto del mundo, parecía no tener límites para la ganancia y no vio lo que se le venía encima por la crisis.

Lo que comenzó como la quiebra del sector de hipotecas en Estados Unidos, pasó al bancario y se extendió a la economía real del resto del mundo, le pasó también la factura a Brasil a pesar del optimista discurso oficial que llegó a vaticinar que la crisis no llegaría al país suramericano.

“Este fue un año realmente pésimo para los inversores por una reversión muy rápida de las ganancias acumuladas y una devaluación muy fuerte”, dijo el director de la Asociación de Analistas y Profesionales de Inversión del Mercado de Capitales de Brasil (Apimec), Antonio Carlos Colángelo.

El desplome del Ibovespa es un reflejo del hundimiento de sus buques insignia, las grandes productoras y exportadoras de materias primas minerales, que después de la farra de los últimos meses por los escandalosos precios del crudo y los metales, despertaron del sueño.

“Fue una burbuja que reventó, sin duda. Estábamos con activos sobrevalorados y precios irreales de materias primas como el petróleo, los metales, la soja, pero todo eso acabó y vamos a tener que acostumbrarnos a valores más acordes con la realidad”, anotó Colángelo.

Desde el récord de mayo, las acciones preferenciales de la estatal Petrobras perdieron el 56,50% de su valor, mientras que para las similares de la Vale, mayor productor mundial de mineral de hierro, la caída fue del orden del 58 por ciento.

Ambas compañías han sido castigadas por la recesión declarada en el mundo industrializado como consecuencia de una crisis que así como nadie fue capaz de prever, tampoco tiene quien se arriesgue a pronosticar hasta cuándo durará.

“Aparentemente estamos saliendo del pánico como el vivido en octubre, cuando el sistema que interrumpe los negocios en la Bolsa de Sao Paulo por pérdidas abultadas llegó a activarse dos veces en una sesión. La gran preocupación ahora es con la recesión mundial”, agregó el especialista de la Apimec.

En Brasil, el peligro de una recesión parece más distante que en Estados Unidos, Europa y Japón, pero aún así al Gobierno le preocupa una desaceleración económica justo cuando el país empieza a pensar en las elecciones presidenciales de 2010, por lo que intenta a toda costa mantener el ritmo de la actividad productiva.

Millonarios créditos para el sector automotor, para los agricultores, exportadores y para el libre consumo han sido anunciados a cuentagotas por el Gobierno con el fin de garantizar la liquidez, la producción, las ventas y el empleo, y conseguir que la economía crezca el 4,5% este año y al menos el 3,7% en 2009.

El Banco Central, por su parte, ha flexibilizado las normas del sector financiero para estimular el crédito y permitir que los bancos compren a instituciones menores con problemas, al tiempo que ha gastado miles de millones de dólares en operaciones en el mercado cambiario para tratar de detener la caída del real.

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