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EL PAPÁ DEL SIGLO

Gaby Vargas

Seis Ironman, cinco medios Ironman, 224 triatlones, 65 maratones, 81 medios maratones, 20 duatlones, entre otras ¡558 carreras de menor kilometraje! Para cualquier persona, estás de acuerdo, querido lector, querida lectora, sería una hazaña un poco difícil de realizar. Pues Dick Hoyt, de 66 años de edad, las ha llevado a cabo. Y además, él nada, corre, sube montañas en bicicleta y termina las competencias mientras jala, empuja o carga a su hijo Rick, de 44 años de edad, con parálisis cerebral, cuadrapléjico y sin habla.

Hoyt, un coronel retirado de Massachussetts, elabora una lancha inflable, una silla de ruedas adaptada, una bicicleta con aditamento al frente, lo que sea, con tal de llevar a Rick a competir. “Papá, cuando corro contigo, siento que mi discapacidad desaparece”. Darle esto a su hijo se convierte en una obsesión. “La fuerza que mi hijo me da al llevarlo a las carreras, es algo que no puedo describir”, comenta Dick, quien ha creado el ya famoso equipo Dick and Rick Hoyt Team, cuyo mensaje es “Sí, tú puedes. Cualquier cosa la puedes lograr”, y promueve la inclusión de las personas con discapacidad.

“Rick es el que compite”, le platica Dick a una reportera de la CBS, “él es el que me inspira, yo sólo pongo mis piernas y mis brazos; es algo inexplicable que me permite y motiva a seguir”.

La historia comenzó hace 44 años, cuando debido a que su cordón umbilical se enredó alrededor de su cuello, a Rick le faltó oxígeno al nacer, lo cual le originó daño y parálisis cerebral. “Va a ser un vegetal el resto de su vida”, les pronosticó el doctor. “Métanlo a una institución”.

Sin embargo, la pareja Hoyts nota que Rick puede seguirlos con la mirada y confían en que dentro de ese cuerpo hay un niño inteligente. Deciden educarlo como a cualquier otro niño en casa, junto con sus otros dos hermanos.

A los once años, los ingenieros de la Universidad de Tufts reconocen el sentido del humor de Rick como síntoma de inteligencia al contarle un chiste y ver su sonrisa. Entonces, se ofrecen a crear una computadora para que se pueda comunicar. Crean un cursor que controla con un movimiento de cabeza y traduce sus palabras en voz.

Un día, un compañero de la secundaria de Rick se accidenta y queda paralizado. La escuela organiza una carrera de cinco millas para apoyarlo económicamente. Él pica en su computadora un “Papá, yo quiero ir”. Y Dick se queda perplejo. Sí, como no. ¡¿Cómo Dick, un “puerquito” -como él mismo se describe- que no puede correr ni una milla, va a poder empujar a su hijo cinco millas?! Sin embargo, lo hizo. “Entonces, yo era el discapacitado”, comenta Dick. “Durante dos semanas no me podía mover, pero llegar fue una gran experiencia”.

Ese día marca la diferencia. Ambos se salvan la vida. “Todo el mundo pensó que no llegaríamos a terminar la primera cuadra”, dice Dick. “Acababa de salir de un leve ataque al corazón y, para el asombro de todos, no llegamos en último lugar, llegamos en penúltimo. A partir de ahí, de ver sus ojos, su felicidad, de ver cómo él se involucra en los deportes como todos los demás, empezamos a entrenar”.

“Puedo tener una discapacidad, pero llevo una vida plena” comenta Rick, quien terminó una carrera en la Universidad de Boston y trabaja en el laboratorio de cómputo de la misma. “Mi papá es mi inspiración, es mi modelo a seguir. Una vez que se propone algo, lo logra. ¡Es el mejor papá del siglo!”.

Padre e hijo, sin duda, son una inspiración de lo que todos, con determinación, podemos lograr. ¡Feliz Día del Padre!

Te invito a ver su video:

http://www.youtube.com/watch?v8gm7XwtIJdM&moderelated&search

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