Los exámenes poligráficos que realiza el despacho de Raúl Olibán González son de tres tipos: de selección de personal, periódicos y de casos específicos. (El Universal)
El polígrafo, cuyo uso dejó de ser exclusivo de la Policía, puede revelar el engaño de un cónyuge o si el personal de una empresa es confiable.
La confiabilidad y la lealtad, ya sea de los empleados o de la pareja, pueden probarse, medirse y graficarse gracias al polígrafo, un aparato cuyo uso ha dejado de ser exclusivo de las tareas de policía y de Inteligencia.
El polígrafo o detector de mentiras, también llamado máquina de la verdad, puede revelar en una entrevista de unas dos horas si el personal de una empresa es confiable, si el empleado sospechoso de robo o de fuga de información está mintiendo; si el familiar del que se duda participó en el secuestro del tío o el primo y, en una aplicación que comienza a explorarse, si la esposa o el esposo es infiel.
Sensores conectados al pecho y abdomen del entrevistado miden su ritmo respiratorio, otro más conectado a los dedos índice y medio, registran la sudoración; un cuarto, en el brazo, los cambios en la presión sanguínea. Cualquier variación en los ritmos normales puede indicar que el examinado está mintiendo. La certeza de la prueba es de 97%.
El entrevistado se sienta sobre otro sensor más, en forma de cojín, que registra los movimientos que realiza de la cintura para abajo.
Cualquier cambio en el ritmo normal de respiración, presión o sudoración ante las preguntas que formula el poligrafista, queda registrado en la pantalla de una laptop a la que están conectados los sensores.
“Permanece sentado y tranquilo, esta parte de tu examen está a punto de comenzar”, le pide el poligrafista Fernando San Juan al examinado.
—¿Tu nombre es Víctor?
—Sí.
—¿Vives en el Distrito Federal?
—Sí.
—¿Has robado algo en tu trabajo con valor superior a los 200 pesos?
—No.
—¿Has estado sujeto a proceso judicial por algún delito?
—Sí.
—¿Durante tu jornada de trabajo has ingerido bebidas alcohólicas?
—No.
Estas son algunas de las preguntas típicas de un examen poligráfico para contratación de personal, aunque el cuestionario varía, dependiendo de la información que proporciona el evaluado en la entrevista previa, explica Raúl Olibán González, presidente de la Asociación Nacional de Poligrafistas de México.
En entrevista, aclara que este tipo de exámenes no puede ser aplicado por cualquier persona. El poligrafista, especialista de practicarlos y de interpretar las gráficas para emitir un veredicto de veraz o no, requiere de una capacitación especial y un perfil específico: no se trata sólo de manejar los sensores y leer las gráficas.
“Hay que tener buena memoria, dominio del lenguaje no verbal, capacidad de análisis para interpretar las respuestas del entrevistado y volver sobre los temas que no quedan claros o que contesta a medias. El poligrafista no puede sentirse Dios ni juez y no puede estar del lado del cliente ni del evaluado al practicar un examen”, afirma.
Representante para América Latina de Soelting Co. y Limestone Technologies, dos de los cuatro fabricantes de polígrafos en el mundo, Olibán sabe de lo que habla. Ex agente de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad, fue jefe del Departamento de Polígrafo del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).
A fines de los ochenta abrió su propio despacho y hace diez años creó la asociación, que entrena y capacita a poligrafistas de México, Centro y Sudamérica, quienes reciben un diploma luego de aprobar el curso.
Actualmente en México sólo el Cisen certifica poligrafistas, que recluta entre psicólogos, médicos y sociólogos, pero Olibán no cree que deba excluirse a personas que tienen la habilidad necesaria para convertirse en verdaderos expertos y cita su propio ejemplo: “Yo no soy psicólogo, ni médico, fui policía, y entrené a muchos de ellos”.
Sus clientes son empresas de seguridad, de traslado de valores, o corporaciones en las que la honestidad, lealtad, discreción y fidelidad son esenciales.
El especialista destaca que los poligrafistas mexicanos son pocos, alrededor de 200, en comparación con Estados Unidos, que tiene unos 5 mil. Tomando en cuenta la proporción de la población, dice, en México debería haber unos mil 500.
Del total de especialistas, 75% está en el sector público: Cisen, PFP, secretarías de la Defensa, Marina, Seguridad Pública y las procuradurías de Justicia del país. El resto está en la Iniciativa Privada.
Los exámenes poligráficos que realiza el despacho de Olibán son de tres tipos: de selección de personal, periódicos (para verificar si se mantienen las condiciones de confianza que había en la contratación) y de casos específicos (cuando la empresa ya detectó una conducta anómala y busca confirmar la responsabilidad del o los empleados involucrados.
Estos exámenes constituyen 98 o 99% de los que solicitan los clientes, pero a éstos se han sumado en los últimos años dos modalidades: la de personas que llevan a algún familiar para investigar si está involucrado en el secuestro de otro integrante de la familia, y la de cónyuges que pretenden averiguar si su pareja los engaña.
“Estos últimos son un porcentaje mínimo, casi no figuran en las estadísticas, pero se practican si el cliente lo solicita”, explica Fernando San Juan, uno de los socios de Olibán.
En todos los casos, se informa previamente al entrevistado en qué consiste el proceso y se le consulta si está de acuerdo en someterse a él.
En caso de aceptar, se le solicita su autorización por escrito para hacerle las preguntas. En los exámenes específicos, las preguntas giran en torno al hecho que se indaga: el robo a la empresa, el secuestro o la infidelidad.
“Al final, se entrega un reporte que dice si el examinado fue veraz o no a la empresa o persona que solicitó la evaluación. Ellos deciden si despiden al trabajador, si lo denuncian o si se divorcian”, dice Olibán.
‘El asunto es no moverse’
“Creo que rompí récord, pero me dijeron ‘el asunto es no moverse’ y yo no me moví. Es fácil los primeros diez minutos, pero luego no”, relata Raúl (nombre ficticio) tras concluir la prueba de polígrafo que le aplicaron a solicitud de la empresa que acaba de contratarlo.
Raúl llegó desde Monterrey, con cinco de sus compañeros de trabajo que también fueron evaluados.
Él tuvo dificultades para controlar sus movimientos, pero no por que estuviera ocultando algo, asegura.
“Yo no me puedo quedar quieto, siempre tengo que estar haciendo algo. Los primeros diez minutos son fáciles, pero luego es incómodo, sobre todo el sensor del brazo, y encima tengo tos, entonces me picaba la garganta y tuve que aguantarme, pero me fue bien”, estima.
Ya en confianza, expresa su incredulidad sobre la prueba, porque “conozco un caso en el que la persona salió mal en el examen y lo metieron a la cárcel seis años, sin que tuviera culpa de nada. Yo vine porque me mandaron, porque hay que pasar el examen”.
Características
La venta de los polografos está restringida.
-Son sólo cuatro fabricantes a nivel mundial.
-Su costo (incluye lap top e impresora) va de 125 mil a 135 mil pesos.
-Consta de: caja sensora, con una técnica de armado que imposibilita abrirla para copiar la tecnología.
-Dos neumógrafos (sensores) que miden la frecuencia respiratoria.
-Un sensor RPG que registra la reacción galvánica de la piel (sudoración).
-Una manga de cardio o esfignomanómetro que mide la presión sanguínea.
Comprará la SSP 100 detectores de mentiras
La Secretaría de Seguridad Pública (SSP) comprará 100 polígrafos para equipar el Centro Nacional de Control de Confianza, la instancia que se encargará de evaluar a los agentes de todas las corporaciones policiales del país.
Los nuevos equipos triplicarán la capacidad actual del centro, que cuenta con 51 polígrafos y 139 poligrafistas, entre personal activo y en proceso de capacitación, número que se pretende incrementar a 300, explicó Monte Alejandro Rubido García, subsecretario de Promoción, Vinculación y Derechos Humanos de la SSP.
“Aspiramos a tener 150 equipos poligráficos que, trabajando en dos turnos, cada equipo nos permitiría hacer cuatro evaluaciones en una jornada y con ello andaríamos en rangos de entre 90 mil y 100 mil evaluaciones anuales”, precisó.
Con este equipamiento, destacó el funcionario, la Secretaría de Seguridad Pública podrá evaluar a todo su personal operativo y administrativo, y, además, ofrecer a los gobiernos locales la evaluación de sus agentes policiales.
Este último programa arrancará en las próximas semanas con la aplicación de exámenes a cerca de 6 mil agentes de las áreas de mando de las policías municipales en los 150 ayuntamientos que este año recibieron un subsidio especial para reestructurar su modelo policial.
Rubido García aclaró que el examen poligráfico es sólo una de cuatro evaluaciones que se aplican al personal, pues por sí mismo no es suficiente y debe complementarse con pruebas psicológicas y psicométricas, toxicológicas y de entorno patrimonial (donde se verifica que las condiciones de vida del funcionario, empleado o policía se apeguen a su trayectoria laboral).
“El examen poligráfico por sí mismo no es suficiente, aquí lo importante es la integralidad del proceso evaluatorio, que es lo que orienta la toma de decisiones”, sostuvo.