La ausencia de un líder o grupo de líderes sin un claro y evidente posicionamiento a favor de alguna de las dos corrientes que se disputan el control de la dirigencia del Partido de la Revolución Democrática y además con el peso específico suficiente para mediar entre ellas, como en el pasado lo fue Cuauhtémoc Cárdenas, provoca que la lucha interna se vuelva más encarnizada y, por lo mismo, cause más daños al partido, tanto internos como externos.
Los grupos en disputa contribuyen igualitariamente al deterioro del partido. El más reciente evento fue la toma de las instalaciones del partido por parte de la corriente Izquierda Unida, para obligar al cambio de presidente sustituto. Sin embargo, como es obvio, no es el primero ni será el último, más bien es un eslabón más en esta larga cadena de hechos que proyectan una pésima imagen de un partido, que apenas hace dos años obtuvo el 35% de las preferencias electorales en las elecciones presidenciales.
La conducción del partido no es sencilla con las reglas perredistas, pues incluyen en todas las instancias la representación de las minorías y establece suficientes mecanismos para mantener los equilibrios, pero nuevamente la soberbia del grupo lopezobradorista, en este caso representado por Alejandro Encinas, los dejó en franca desventaja. Tal como les sucedió en la elección presidencial de 2006, estaban tan seguros de ganar que no tomaron las mínimas precauciones para poder defenderse en caso de no lograrlo y mantener sus posiciones de segunda fuerza en los órganos de dirección. El asunto se complicó todavía más porque el conteo rápido les daba el triunfo en la elección de la Presidencia del Comité Ejecutivo Nacional y eso les hizo todavía confiarse más y descuidar totalmente el resto de las elecciones.
Centraron todas sus baterías en las elecciones de presidente y secretario general y descuidaron las elecciones de consejeros, el resultado es que Nueva Izquierda tiene mayoría en dicha instancia y, por lo mismo, toma decisiones en el Consejo Político sin necesidad de contar con el apoyo de Izquierda Unida. Precisamente por ello los encinistas ni siquiera intentaron participar en el Consejo Político de este último fin de semana, pues saben que están en minoría y la corriente de los chuchos obtendrá, en todos los casos, los votos necesarios para sacar adelante sus propuestas. Y ante la impotencia, como siempre, el recurso es la irracionalidad, en este caso el impedir por la fuerza la realización del Consejo.
Y la realidad es que NI logró acaparar la presidencia y la secretaría general, así como las principales posiciones en el CEN, precisamente porque la IU, también intentó boicotear la celebración del anterior Consejo Político (en esa ocasión únicamente por la vía de impedir la consecución del quórum) y al no lograrlo dejaron manos libres al grupo de los chuchos para decidir únicamente entre ellos y, posteriormente, perdieron ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación el recurso que interpusieron demandando la reposición de dicho procedimiento.
Nueva Izquierda tiene en estos momentos la sartén por el mango, pues controla el CEN, el Consejo Político y todavía tiene pendiente la resolución de la impugnación que interpusieron ante el TEPJF para demandar el reconocimiento del triunfo de Jesús Ortega.
Aunque también es cierto que en caso de que el Tribunal no resuelva a su favor el recurso que interpuso Ortega, tendrá que modificar los estatutos en una Asamblea, para poder mantener la fecha de celebración de las elecciones extraordinarias, lo cual parece un poco más complicado.
Nueva Izquierda se engolosinó con esa mayoría y no está dispuesta a negociar la conformación del Comité Ejecutivo Nacional y, ante ello, Izquierda Unida recurre al boicot y la fuerza. El resultado es que las divisiones al interior del partido se multiplican y agudizan y la imagen del PRD en el exterior se deteriora estrepitosamente.
Ante los hechos consumados y la pertinencia de la propuesta, Alejandro Encinas y su grupo parecen aceptar que las elecciones extraordinarias se celebren hasta febrero de 2010, es decir, después del proceso electoral intermedio de 2009; pero para ello demandan la conformación de un nuevo Comité Ejecutivo Nacional, condición que no está dispuesto a discutir el grupo de los chuchos. En su momento la alternativa de designar a Lázaro Cárdenas Batel, como presidente sustituto, parecía satisfacer al grupo de NI, sin embargo, hoy que detentan presidencia y secretaría general no están dispuestos a negociarlas y con ello enardecen más los ánimos.
El principal motivo de la discordia se encuentra en la conformación del Comité Ejecutivo Nacional, particularmente la presidencia y la secretaría general, y en una segunda instancia, en la integración de la Comisión Técnica Electoral y la Comisión Nacional de Garantías, tras las renuncias después del controvertido proceso electoral de marzo pasado.
Así que todo parece indicar que las alternativas que tienen frente a sí los dos grupos en pugna son las siguientes: dividirse las posiciones en los distintos órganos de dirección y ello incluye el recurrir a terceros, no comprometidos con ninguno de los dos, para mantener la equidad; o mantener las posiciones actuales, lo cual implica que NI retiene el control de las dirigencias, pero sin poder acceder a las instalaciones, pues no parece viable que IU deje la vía libre sin obtener puestos directivos a cambio. Optar por la segunda opción implica también contribuir todavía más a un desplome mayor del PRD.