Es cierto que el temor por la inseguridad es algo relativamente nuevo en la Comarca. Cuando empezaron a aparecer cadáveres por doquier, atentados y los “levantones” de comunes y hasta de los responsables de la Unidad Antisecuestro, inició el pánico.
De esto ya han transcurrido casi dos años. El atentado a la Policía Municipal de Lerdo ha sido hasta ahora el último acto de violencia del crimen organizado de gran escala. A raíz de ese hecho, el Ejército reforzó sensiblemente su presencia en La Laguna y especialmente en Lerdo, con lo que hasta ahora se vive una calma chicha que no se sabe cuánto habrá de durar.
Es un hecho que sigue sonando mucho el rubro de los secuestros, y la gente en la calle habla de más de dos por lo menos, y eso dependiendo del círculo en donde se muevan las personas que dicen de tal o cual individuo que está siendo víctima de tan hiriente crimen para la sociedad.
La batalla para que la tranquilidad vuelva a los hogares mexicanos va a ser muy larga. Es un hecho, sin duda, que la delincuencia nunca va a parar, es intrínseco a la naturaleza de la humanidad, pero también es un hecho que con voluntad puede ser controlada, que al final de cuentas es a lo que un ciudadano sensato debe aspirar.
Sin embargo, mientras todo mundo piensa que la paz destrozada es producto del violento proceder de las bandas criminales, que a base de cuernos de chivo y cruentos ajustes de cuenta tienen aterrada a la sociedad civil, en el mismísimo Torreón está ocurriendo algo que directamente es imputable a la caída considerable de la Policía Municipal que ha permitido el disparo de la delincuencia común, entendiéndose por ella a los delitos que realizan maleantes solitarios u ocasionales que aprovechan la ausencia de la vigilancia policiaca para hacer de las suyas. Los hechos generalmente son robos a casa-habitación, robos a locales comerciales, asalto en comercios, sustracción de auto-partes, lesiones, homicidios simples dolosos, robo de vehículos, entre los más comunes.
Hoy según las propias cifras de la Dirección de Seguridad Pública Municipal, se están viviendo tiempos de récord en cuanto a la ola criminal común. Ya que en julio pasado, se registraron 438 robos y asaltos, mientras que en el mismo periodo del año pasado, se registraron 281, es decir, 155 sucesos más, para dar una cifra de crecimiento de 155 por ciento. De esta cifra, los robos perpetrados a casa-habitación ocupan el primer sitio con 126 casos, cuando sus índices anteriores tope rondaban en abril y mayo con 94 y 96 respectivamente.
El asalto a persona, que anteriormente no pasaba de un dígito, ahora se registraron 47 de los mismos. El robo de vehículos está ya por arriba de los setenta mensuales, la cifra más alta en los últimos cinco años, y en agosto, ya superaron las 80 unidades.
El panorama es sombrío, la Policía Municipal de Torreón quizá esté intimidada por los malhechores que rondan fuertemente armados, pero es un hecho que hasta los raterillos y pájaros de cuenta agradecen que los gendarmes tienen hoy el más pobre desempeño de la historia reciente.
Hay que agregar que el marco legal tampoco ayuda, apenas en un operativo de la propia Policía, se detuvo a 120 individuos, de los cuales la mitad aproximadamente era de ya viejos conocidos que han pisado la cárcel hasta en más de diez ocasiones, pero la deficiencia en los Ministerios Públicos y el desempeño administrativo posterior a las detenciones provocan que pronto recobren su libertad.
Es cierto que se está viviendo un tiempo de carestía como desde hace más de una década no sucedía, y aunque el presidente Calderón en sus mensajes maquille la situación, la cosa está que arde, y los delitos patrimoniales tienden por consecuencia a subir, pero es un hecho que el alcalde que prometió contar con La Mejor Policía del Norte de México, en lugar de seguir pensando en la gubernatura, debería tomar el toro por los cuernos de lo que hoy es ya el principal problema de Torreón. eirazoqui@elsiglodetorreon.com.mx
