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EL REGRESO DE LOS PACTOS

Salvador Kalifa

Felipe Calderón habla del control de la inflación con una retórica entusiasta, y dijo recientemente que en su gobierno no se tomarán medidas heterodoxas en materia económica.

No obstante, cayó desde el comienzo de su administración en la trampa de los políticos populistas, que tratan de lograr la estabilidad de precios con la aplicación de prácticas viejas y desacreditadas, como es el caso de los controles y, más recientemente, el regreso de los pactos para contener la escalada de precios.

La tendencia creciente de la inflación no es un fenómeno nuevo o reciente. Tampoco apareció a fines del año pasado, ni está vinculado solamente a las expectativas que crearon las alzas de precios de los energéticos y el Impuesto Empresarial a Tasa Única.

Llevamos más de un año con una clara tendencia al alza de los precios, que ahora es todavía más evidente en la inflación subyacente, indicador que sigue de cerca el Banco de México (Banxico).

La tasa anual de la inflación subyacente registró su mínimo nivel en febrero de 2006, hace casi dos años, cuando se ubicó en 2.9 por ciento. Desde entonces ha registrado una paulatina pero consistente tendencia al alza, llegando a cuatro por ciento al cierre del año pasado.

Esta cifra se ubica en el techo de la meta oficial, pero a pesar de que es resultado de un proceso que dura ya casi dos años, nuestras autoridades monetarias primero tardaron en actuar y, cuando lo hicieron, fue tímidamente, con un alza acumulada de tan sólo medio punto porcentual en la tasa de fondeo.

Este comportamiento confirma las advertencias que hice desde fines del 2006 en el sentido de que nuestra economía registra presiones inflacionarias importantes, disfrazadas a lo largo del año pasado por decisiones burocráticas.

Los intentos oficiales por cambiar esta tendencia han sido infructuosos, como lo demuestra el hecho que desde principios de 2007 y durante todo ese año se aplicaron, entre otros, controles al precio de la tortilla y otros productos, así como la suspensión temporal de los incrementos mensuales en los precios de la gasolina Magna y el gas LP, y las tarifas de energía eléctrica residencial.

Poco importó, por ejemplo, que el alza de la tortilla se debiera, en gran parte, al incremento de precios internacionales del maíz por la demanda de alimentos en Asia, así como por su uso creciente en la producción de etanol.

En esa época, los chivos expiatorios fueron “los especuladores y acaparadores” del producto, argumento fantasioso de las autoridades y del Congreso que carece de sustento económico. El resultado fue un precio tope a la tortilla.

La aportación más reciente del Presidente Calderón en este sentido es el regreso de los pactos, que comprometen temporalmente a las cadenas comerciales y algunas empresas a dar descuentos o congelar sus precios, independientemente de lo que suceda con sus costos de producción y las condiciones del mercado.

Esta medida es preocupante, no sólo porque no resuelve el problema, sino porque nos hace creer que los políticos, en vez de la competencia en el mercado, son mejores para determinar el precio de los productos, lo que en la práctica es una fórmula segura para el desastre.

Además, existe el peligro de que los pactos y los techos “temporales” de precios puedan llegar a ser no tan temporales. Los techos y los pactos sobre los precios deben verse como lo que son: parte del problema y no la solución.

Banxico, mientras tanto, tardó en reconocer que el incremento en el ritmo de crecimiento de los precios no era un fenómeno pasajero. Recordemos, por ejemplo, que en los meses de septiembre y octubre de 2006 insistió que ese proceso obedecía a cuestiones extraordinarias y transitorias, que al superarse harían que la inflación retomara una trayectoria descendente.

Las dos alzas a la tasa de fondeo que tímidamente aplicó durante el año pasado no han sido suficientes para revertir el fenómeno ni evitar la aparición de las presiones recientes de precios y es probable que, contrario a la expectativa oficial, tampoco lo sean para lograr la convergencia de la inflación hacia su meta en 2009.

En su comunicado del viernes 18 de este mes siguió manifestando su preocupación por el comportamiento reciente y futuro de la inflación, pero por ahora la ve “dentro del rango previsto” y no queda claro que esté dispuesto a elevar nuevamente las tasas de interés.

Para Banxico el hecho que la Reserva Federal de EU haya disminuido su tasa en un punto porcentual en 2007, tres cuartos de punto en forma sorpresiva el martes de la semana pasada, y la expectativa de que hoy disminuya otro medio punto, ampliará la brecha con las tasas vigentes en nuestro país. Ello fortalecería al peso y atenuaría las presiones inflacionarias provenientes del exterior.

Por otra parte, nuestras autoridades siguen esperanzadas en que el repunte de la inflación sea transitorio y, como tal, se revierta solo, o como resultado de la pérdida de vigor de la economía estadounidense, que bien puede caer en recesión y propiciar una menor actividad económica en nuestro país

Todo indica, por tanto, que el gobierno de Calderón y Banxico no están deseosos de agarrar al toro por los cuernos. Siempre es más cómodo que otros hagan la tarea por nosotros. Así se puede sintetizar la actitud complaciente de nuestras autoridades en la lucha contra la inflación.

Me temo, por consiguiente, que los controles de precios, los pactos y la timidez de la política monetaria serán la tónica de los esfuerzos antiinflacionarios en los primeros meses del año, ya que nuestras autoridades confían en que la fortaleza del peso y la desaceleración económica importada del exterior aminoren el ritmo de crecimiento de los precios y les evite la desagradable tarea de aplicar medidas correctivas internas más severas.

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