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El reto de la cultura vial

PERIFÉRICO

Arturo González González

Mucho se ha hablado en los últimos meses de las dificultades que se tienen que superar para que el Ayuntamiento de Torreón pueda aplicar el Reglamento de Vialidad Municipal, el cual fue aprobado por el Cabildo el 16 de octubre de 2007 y entró en vigor el 2 de enero de 2008. De todos los problemas, el más importante quizá sea el de la falta de cultura vial que se evidencia a diario con sólo recorrer un tramo de la ciudad, por pequeño que éste sea.

La nueva normatividad forma parte de una serie de estrategias que la actual Administración lleva a cabo para resolver el caos proverbial que impera en las calles de Torreón, en donde, según datos del Tribunal de Justicia Municipal, cada mes ocurren 500 accidentes viales en promedio, es decir, 16 percances diarios.

Entre las disposiciones contenidas en el reglamento destaca el derecho de preferencia para el peatón, siempre y cuando cruce las calles por las esquinas y camine por la banqueta; sanciones para las personas que mientras conducen su auto se maquillan, se rasuran, hablan por celular o cargan a un niño en brazos y multas más severas para quienes manejen en estado de ebriedad.

Además de la aplicación de la norma, el Ayuntamiento pretende mejorar la circulación por las rúas de Torreón con el Programa de Educación Vial que se imparte en las escuelas a maestros y alumnos; la instalación de videocámaras de monitoreo en las rúas más transitadas; el control centralizado del sistema de semáforos de 115 de los 315 cruceros que hay en la ciudad, y el mejoramiento de la infraestructura vial.

Para llevar a cabo esta especie de plan de combate al caos en las calles, el Municipio debe echar mano de una gran cantidad de recursos económicos, humanos y materiales. Dotar a la ciudad de pasos a desnivel, cruces peatonales, bulevares y avenidas más amplias y fluidas, señalización y alta tecnología en ingeniería vial, requiere de miles de millones de pesos. Para vigilar las calles y hacer cumplir el reglamento es necesario un gran número de personas debidamente capacitadas y equipadas. Pero todo esto no es suficiente.

De muy poco sirve el despliegue de tantos recursos cuando de parte de la ciudadanía no hay la conciencia y la disposición a asimilar los cambios en el entorno urbano, a aceptar las nuevas exigencias y a asumir una actitud más respetuosa y responsable en las calles.

La iniciativa de las autoridades para hacer de la vía pública de Torreón un espacio más transitable puede ser loable, pero sucede que en esta ciudad, como en muchas otras de nuestro país, el común denominador de la población simplemente no cree en sus gobernantes y, por lo tanto, ve con suspicacia cualquier medida que éstos intenten implementar.

Naturalmente que esta desconfianza no es gratuita, pues la llamada “clase política” local se la ha ganado a pulso. Por lo tanto, doble trabajo tiene la Presidencia Municipal si en verdad quiere superar el desorden que en materia de vialidad caracteriza a Torreón desde hace lustros: no sólo debe mostrar el camino a seguir para alcanzar el objetivo, sino además tiene que persuadir a los ciudadanos para que se decidan a tomar ese sendero; y para ello, debe comenzar por poner el ejemplo.

Páginas y páginas podríamos llenar de anécdotas en las que son los propios integrantes del Ayuntamiento quienes violan las normas de tránsito y no respetan los señalamientos. Desde vehículos oficiales sin placas hasta agentes de Vialidad que piden dinero a los conductores a cambio de no aplicarles una multa, pasando por patrullas de Seguridad Pública que se cruzan en rojo o que se estacionan en lugares prohibidos. Todas estas actitudes redundan en la pérdida de confianza de la ciudadanía.

La participación de la comunidad torreonense es fundamental para el éxito del plan vial del Municipio; sin ella, cualquier esfuerzo, por grande que sea, cualquier recurso, por abundante que parezca, resultará insuficiente y la inversión de capital económico y humano degenerará en derroche. Por eso, la disponibilidad de la sociedad a involucrarse en esta “cruzada” por mejorar la cultura vial en la ciudad debe ser motivada por las autoridades con convicción, honestidad y acciones consecuentes. Y ojalá que así sea, por el bien de todos los que vivimos -a veces sufrimos- en esta ciudad y compartimos -o más bien disputamos- su espacio público.

Correo electrónico: argonzalez@elsiglodetorreón.com.mx

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